viernes, diciembre 08, 2006

EL IDIOTA Y EL ÁNGEL

Precisamente porque el mundo moderno está saturado del ruido de los mensajeros de los partidos de poder y del estruendo artístico del genio, que llaman la atención sobre sus obras y sistemas delirantes, la diferencia religiosa ya no puede señalarse convincentemente desde la figura del embajador (o enviado). El Dios presente no puede alcanzar a los mortales como enviado, sino sólo como idiota. El idiota es un ángel sin mensaje: un íntimo complementador, sin distancia, de todos los seres que casualmente encuentra. También su aparición es escénica, pero no porque personifique en el más acá un fulgor trascendente, sino porque, en medio de una sociedad de representantes de papeles y de estrategas del ego, él encarna una ingenuidad inesperada y una benevolencia que desarma. Aunque príncipe por estirpe, es un ser humano sin símbolo de estatus: pertenece, así, sin reservas, al mundo moderno, pues si la jerarquía pertenece al ángel, el rasgo igualitario pertenece al idiota. Se mueve entre los seres humanos de la alta y baja sociedad como un niño grande que nunca ha aprendido a calcular en su propio beneficio (...) el salvador es un don nadie a quien no respalda ningún alto mandante. Los presentes consideran sus manifestaciones como naderías infantiles, y su presencia, como un mero incidente no comprometedor. Dostoievski no deja duda alguna con respecto precisamente a este rasgo; de una de las figuras de su novela El príncipe idiota, Ganja, se dice: "No se azoraba lo más mínimo ante el príncipe, como si estuviera solo en la habitación, pues le consideraba lisa y llanamente como nada". La presencia del príncipe Mishkin, no obstante, es una condición desencadenante de todos los acontecimientos que suceden en su cercanía; él cataliza de manera decisiva los caracteres y destinos de quienes se cruzan con él. Precisamente como no-enviado, soluciona con un método incomprendido el problema del acceso al interior de sus compañeros de juego. Ni sirenas ni ángeles, él es quien abre los oídos y centros de conmoción psíquica de sus compañeros de diálogo.

PETER SLOTERDIJK, Esferas I. Ed. Siruela, 2003.

lunes, octubre 30, 2006

EL PLAN B

El plan B es una movilización a gran escala para desinflar la burbuja económica mundial antes que estalle. Para impedir que la burbuja estalle será necesario un nivel de cooperación internacional sin precedentes que permita estabilizar la población, el clima, los niveles freáticos y los suelos, y que se produzca a un ritmo de tiempos de guerra. De hecho, el esfuerzo necesario, por su escala así como por su urgencia, es comparable a la movilización estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Nuestra única esperanza es un cambio rápido de sistema, un cambio basado en señales del mercado que reflejen la realidad ecológica. Esto supone reestructurar el régimen fiscal: reducir los impuestos sobre la renta y aumentar los impuestos sobre actividades destructivas del medio ambiente, como la quema de combustibles fósiles, para incorporar los costes ecológicos. A menos que podamos conseguir que el mercado envíe señales que reflejen la realidad, continuaremos tomando decisiones equivocadas como consumidores, responsables de planificación de empresas y responsables de políticas gubernamentales. Las decisiones económicas erróneas y las distorsiones económicas que crean pueden desembocar en un declive económico. El plan B es la única opción viable simplemente porque el plan A, que supone mantener las prácticas habituales, tiene consecuencias inaceptables: la continua degradación y alteración del medio ambiente y el estallido de la burbuja económica. Las señales de alarma son ahora más frecuentes, ya sea pesquerías esquilmadas, el deshielo de los glaciares o el descenso de los niveles freáticos. Hasta ahora las alertas han sido locales, pero pronto se convertirán en globales. Las masivas importaciones de cereales por parte de China así como el aumento de los precios de los alimentos que probablemente le seguiría podrían despertarnos de nuestro letargo.
Pero el tiempo se está acabando. Las economías de burbuja, que por definición están artificialmente infladas, no duran indefinidamente. Cada día que pasa, nuestras demandas al planeta superan a su capacidad de regeneración por un margen más amplio.

LESTER BROWN, Salvar el planeta. Ed. Paidós, 2004.

martes, octubre 03, 2006

LOS MEDIOS DE MASAS

La realidad de los mass media es la realidad de la observación de segundo orden. Los medios de masas sustituyen las tareas del conocimiento que en otras formaciones sociales estaban reservadas a sitios de observación privilegiados, los sabios, los sacerdotes, los nobles, el Estado: formas de vida que estaban privilegiadas por la religión o por la ética política. La diferencia es tan marcante que difícilmente se puede hablar de progreso o decadencia. Aquí sólo permanece, como modo de reflexión, la observación de segundo orden; es decir, la observación de que la sociedad deja en manos del sistema de los mass media su observación: observación en el modo de observación de la observación. El resultado de este análisis se puede resumir bajo el concepto de cultura. Este concepto engloba, desde el momento en que surgió al final del siglo XVIII, componentes reflexivos y de comparación. La cultura sabe por sí misma en todas sus especificidades que es cultura: construye sus propias diferencias de comparación nacionales o comparativas -al principio, con gestos que reflexionan sobre la propia cultura en comparación con las otras; y actualmente, más bien con la consideración resignada de una multiplicidad de culturas-. Aunque haya esta multiplicidad, uno puede muy bien permanecer en la propia cultura. La opción de moda por la cultural diversity legitima, al mismo tiempo, una posición conservadora respecto a la propia cultura y sólo una relación turística con respecto a las otras. La cultura, precisamente en este sentido (en el sentido de la conformación de todo y cada cosa bajo un mismo signo), es la coartada de los medios de masas (...) sin los medios de masas la cultura como cultura sería irreconocible (...) Con su permanente dictado de construcción de realidad, los mass media sepultan el entendimiento todavía dominante de la libertad. La libertad será, como en el derecho natural, conceptuada como ausencia de coacción. Tanto las ideologías liberales como las socialistas han establecido sus disputas en torno a este concepto de libertad haciendo siempre referencia a la coacción -sea del estado de derecho o de la sociedad capitalista. La "inocencia" de los medios masivos, su inocuidad se basa en que no coaccionan a nadie. De facto, la libertad se sostiene sobre condiciones cognitivas de observación y descripción de alternativas abiertas a un futuro decidible, pero desconocido.

NIKLAS LUHMANN, La realidad de los medios de masas. Ed. Anthropos-Universidad Iberoamericana, 2000.

lunes, octubre 02, 2006

BERG NEURÓTICO

Su particular fijación con el pasado, con el mundo de los padres, tal vez incluso su sumisión a Schönberg, que llegaba hasta el temor -nos contó en cierta ocasión que incluso siendo ya adultos, él y Webern seguían dialogando siempre con Schönberg en tono interrogante- trae al pensamiento con fatal automatismo el concepto de neurosis. Es cierto que Berg se sentía neurótico y también que sabía lo suficiente sobre psicoanálisis como para cuestionarse su asma y otros síntomas evidentes como su temor a las tormentas. Él mismo me interpretó un día uno de sus sueños. Además, siendo joven había conocido a Freud en un hotel de los Dolomitas, creo que en San Martino; se había puesto enfermo con una de sus habituales gripes y lo había pasado en grande viendo cómo Freud, el único médico que había en el hotel a la sazón, no sabía cómo desenvolverse frente a aquella trivial enfermedad. Le gustaba bromear con el componente psíquico de sus males. Ligeras indisposiciones le proporcionaban la excusa para introducirse en el papel, tan a menudo dichoso, del niño enfermo rodeado de cuidados. Por lo general se deleitaba de modo vagamente morboso con los rasgos eufóricos de la enfermedad. Algunos aspectos neuróticos eran evidentes: sufría de una especie de complejo de ferrocarril. Tenía por principio llegar con mucho adelanto a los trenes, a veces con horas. En cierta ocasión, según nos contó, se presentó en la estación con tres horas de adelanto y sin embargo se las arregló para acabar perdiendo el tren. Pero tal y como suele ocurrir en no pocas ocasiones en las personas de gran fuerza espiritual, su neurosis no afectaba seriamente a su fuerza productiva, tal y como cabría esperar. En todo caso, el rasgo más llamativo sería la lentitud de su productividad. Pero esto más bien se debía a su rigor autocrítico y tremendamente racional, por mucho que tuviera también cierta parte de temor neurótico. A veces Berg recordaba al hombre que grita "¡al lobo, al lobo!".

THEODOR ADORNO, Alban Berg. Ed. Alianza, 1990.

domingo, septiembre 24, 2006

LA VOLUNTAD DE PODER

Quizás estemos legitimados para afirmar que Nietzsche alcanzó como autor las cimas más altas de la lengua alemana y de la sintaxis europea. En el cenit de su papel como pensador-cantante pudo considerarse como el órgano de un universo que se crea a sí mismo en las posiciones de autoafirmación de los individuos. Como filósofo él se habría celebrado demasiado prematuramente si hubiera llegado a compilar y publicar sus fragmentos y esbozos de su teoría de la voluntad en una obra. Pero sabemos que existieron quienes, explotando, reciclando y acelerando sus ideas, lo hicieron en su lugar, utilizando el nombre del autor para la marca; y, a decir verdad, contra la valoración más lúcida del autor, quien, en sus escritos, siempre vuelve a ese punto en el que se anula el presunto sistema provisional, la supuesta doctrina fundamental: no hay ninguna voluntad, por lo que tampoco existe una voluntad de poder; la voluntad es sólo un modo de hablar; sólo hay una multiplicidad de fuerzas, discursos, gestos, y su composición bajo la égida y dirección de un yo, que se afirma, se pierde y transforma a sí mismo. Es precisamente aquí donde el autor contradice su marca, siendo sus declaraciones al respecto explícitas (...): Es necesario purificar la superficie de la conciencia -la conciencia es una superficie- de cualquiera de los grandes imperativos. ¡Cuidado incluso con toda palabra pomposa, con toda actitud pomposa! (...) En mi recuerdo falta el que yo me haya esforzado alguna vez, no es posible apreciar en mi vida rasgo alguno de lucha, soy la antítesis de una naturaleza heroica. "Querer" algo, "aspirar" a algo, proponerme una "meta", un "deseo"... nada de esto conozco por experiencia. Todavía en este instante miro hacia mi futuro -¡un vasto futuro!- como si mirara a un mar liso: ningún deseo se encrespa en él. No tengo el menor deseo de que algo se vuelva diferente de lo que ya es; yo mismo no quiero llegar a ser algo diferente... pero así he vivido siempre. (Ecce homo).

PETER SLOTERDIJK, Sobre la mejora de la buena nueva. Ed. Siruela,2005.

miércoles, septiembre 13, 2006

HECHOS IRREPARABLES

La pérdida de la situación central, geográfica y sociológica, el abandono del axioma del progreso histórico o las extremadas reservas con que lo miramos, nuestra sensación de fracaso o de las graves deficiencias del conocimiento y del humanismo respecto de la acción social; todos estos hechos significan el fin de una estructura de valores jerárquica y aceptada. Esas divisiones o cortes binarios que organizaban la percepción social y que representaban la dominación del código cultural sobre el código natural se han borrado ahora o son directamente rechazados. Se trata de cortes entre la civilización occidental y todas las demás, entre los instruidos y los incultos, entre los estratos superiores e inferiores de la sociedad, entre la autoridad de la edad y la dependencia de los jóvenes, entre los sexos. Estos cortes eran no sólo diacríticos -que definían la identidad de las dos unidades en relación consigo mismas y entre sí- sino que eran expresamente horizontales. La línea divisoria separaba lo superior de lo inferior, lo mayor de lo menor, la civilización del primitivismo atrasado, la instrucción de la ignorancia, el privilegio social de la subordinación, la madurez de edad de la inmadurez, los hombres de las mujeres, y en cada caso estaba implícita una distinción de superioridad. Es el colapso, más o menos completo, más o menos consciente, de estos gradientes de valor jerarquizados y definitorios (¿y puede haber valores sin jerarquía?) lo que constituye ahora el hecho principal de nuestra situación intelectual y social (...) La pregunta que se formula menos frecuentemente es la de saber si vale la pena reanimar ciertos elementos centrales de los valores de la jerarquía clásica (...) ¿Para qué elaborar y transmitir cultura si ésta hizo tan poco para contener lo inhumano, si en ella están insertas ambigüedades que hasta solicitaron la barbarie? (...) ¿no se paga por la cultura un precio demasiado elevado? (...) ¿No es la noción misma de cultura sinónimo de elitismo? (...) Está la respuesta de Freud, su estoica aquiescencia, su suposición hosca y fatigada de que la vida humana es una anomalía cancerosa, un rodeo entre vastos estadios de reposo orgánico. Y por otro lado, está el alborozo nietzscheano ante lo inhumano, con su tensa e irónica percepción de que somos, de que siempre hemos sido, húespedes precarios en un mundo indiferente, frecuentemente asesino, pero siempre fascinante: (Escudo de la necesidad. ¡Supremo astro del ser! que ningún deseo puede alcanzar, que ninguna negación puede manchar, eterno Sí del ser, eternamente yo soy tu afirmación: pues yo te amo, ¡Oh eternidad!)

GEORGE STEINER, En el castillo de Barba Azul. Ed. Gedisa, 1991.

domingo, septiembre 10, 2006

INICIO DEL TERROR MODERNO

...cabe asegurar que todo terror, a tenor de su principio de actuación, se entiende en términos atmoterroristas. Toma la forma del golpe atentatorio contra las intensas condiciones de vida medioambientales enemigas, empezando con el ataque tóxico a los recursos más inmediatos del entorno de un organismo humano, esto es, su aire para respirar. Se ha admitido en este sentido que lo que denominamos desde 1789 terreur o terror, y, con más razón, desde 1915, pudo ser anticipado con toda su ingenua brutalidad y malvada astucia en el empleo de la violencia contra las condiciones medioambientales de la existencia humana. Piénsese por ejemplo en los envenenamientos del agua, del que ya se brindaron ejemplos en la Antigüedad, en las acciones de infestación de fortalezas protegidas, en incendios y fumigaciones de ciudades y refugios, en la propagación de rumores infundados de horror y actos de igual parangón. Estas comparaciones, no obstante, cojean en lo esencial. Si abrazamos este planteamiento, el terrorismo sigue sin ser identificado como una criatura de la Modernidad; éste sólo puede acceder a una definición exacta de su identidad una vez que el precepto de ataque al medioambiente y la concepción inmunitoria de un organismo o de una forma de vida son expuestos a la luz de una completa explicitud técnica. Esto sucedió por vez primera, en los sucesos acaecidos el 22 de abril de 1915, cuando las nubes tóxicas de cloro procedentes de 5700 botellas de gas vaciadas para tal ocasión se cernieron, acompañadas por un viento favorable, partiendo de las posiciones alemanas, sobre las trincheras francesas entre las zonas de Bixschoote y Langemarck. Fue a la caída de la tarde de ese mismo día, entre las 18 y las 19 horas, cuando la aguja del reloj epocal de la fase vitalista y tardoromántica de la Modernidad pasó a marcar la hora de la objetividad atmoterrorista. Una cesura de igual calado no ha existido en este terreno desde entonces. Los grandes desastres del siglo XX, como los del apenas iniciado XXI, pertenecen todos sin excepción, como puede mostrarse, a esa historia de la explicación inaugurada esa tarde de abril en el frente occidental, cuando las sorprendidas unidades francocanadienses, a causa del shock de las nubes tóxicas de color blanco amarillento que se aproximaban hacia sus posiciones procedentes del nordeste, retrocedieron, presas de un pánico terrorífico, mientras no dejaban de toser y lanzar alaridos.

PETER SLOTERDIJK, Temblores de aire. En las fuentes del terror. Ed. Siruela, 2003.

jueves, septiembre 07, 2006

FUTURAS SOCIEDADES

Hay algo de lo que hoy se puede estar seguro: la evolución siempre ha actuado en gran medida de forma autodestructiva. A corto y a largo plazo. Poco de lo que ha creado se ha conservado. Esto vale para la mayoría de los seres vivos que existieron un día. Del mismo modo, casi todas las culturas que han determinado la vida humana han desaparecido. El sentido que tuvieron para los que vivieron en ellas apenas es comprensible aún, a pesar de todo el refinamiento en la valoración arqueológico-antropocultural-científico-espiritual de que hoy disponemos. Las mentalidades que un día fueron actuales ya no lo son para nosotros, o en todo caso sólo son comprensibles a través de ficciones altamente artificiales. Sólo nos es posible una relación cuasiturística con esas culturas pasadas. A las obviedades y formas culturales, al "mundo de la vida" de nuestra sociedad le pasará lo mismo. Nadie puede dudar seriamente de ello. No hay que excluir, incluso mirándolo con atención es probable, que los hombres desaparezcan como seres vivos. Quizá se sustituyan a sí mismos por seres vivos humanoides genéticamente superiores. Quizá diezmen o extingan su especie mediante catástrofes autoproducidas. O destruyan de tal modo los auxiliares técnicos que nos son habituales que sólo sigan siendo posibles formas muy elementales de supervivencia. Como siempre, en todo caso las futuras sociedades, si es que las hay sobre la base de comunicación con sentido, vivirán en otro mundo, basado en otras perspectivas y otras preferencias, y en todo caso se asombrarán ante nuestras preocupaciones y nuestros hobbys como ante rarezas con un limitado valor de entretenimiento, si es que quedan rastros de ellas y competencia para leer esos rastros. Semejante futuro nos parece inaceptable, un escenario de horror que sólo podemos disfrutar en forma de ficción porque suponemos que no se dará. Quien contempla lo venidero sin signos de espanto es rechazado por cínico. En la comunicación, esta perspectiva actúa como si hubiera sido inventada para irritar a los otros y para disfrutar con su irritación. El que se tira de la torre Eiffel no puede disfrutar realmente de la caída, porque sabe cómo terminará.

NIKLAS LUHMANN, Observaciones de la modernidad. Ed. Paidós, 1997.

miércoles, septiembre 06, 2006

CULTURA Y BARBARIE

Spengler ha subrayado de tal modo el carácter natural de la cultura que ha sido capaz de resquebrajar para siempre la confianza en la función reconciliadora de ésta. Más penetrantemente que ningún otro ha argüido Spengler el hecho de que la naturalidad de la cultura se mueve siempre hacia el ocaso y la catástrofe, y ha mostrado cómo la cultura misma, en tanto que forma y orden, está sometida al ciego dominio que en permanente crisis va preparando el destino a sus víctimas y a sí mismo. Todo lo que es cultura lleva en sí la impronta de la muerte; negar este hecho sería ingenuo luego del alegato de Spengler (...) Para romper el círculo mágico de la morfología spengleriana no basta con condenar la barbarie y confiar en la salud de la cultura. Ante esa ingenuidad reiría Spengler con motivo. Lo que hay que hacer es penetrar con la mirada el elemento de barbarie que hay en la cultura misma. Sólo tienen una posibilidad de sobrevivir al veredicto de Spengler aquellos pensamientos que someten a juicio la idea de cultura exactamente igual que la realidad de la barbarie. El alma vegetativa de la cultura spengleriana, el vitalista "estar en forma", el mundo simbólico, inconsciente y arcaico que le entusiasma (...) son embajadores de la tragedia cuando realmente entran en acción. Todos ellos dan testimonio de la constricción y del sacrificio que la cultura impone a los hombres. La aguda mirada del cazador spengleriano que registra despiadadamente las ciudades de los hombres como si fueran la selva que son, ha pasado por alto una cosa: las fuerzas que se liberan en la decadencia de la ruina (...) En el mundo de la vida violenta y oprimida, la decadencia -que arrebata a esa vida, a su cultura, a su rudeza y a su excelsitud, todo séquito- es el refugio de los mejores. Los impotentes, los que, según el decreto de Spengler, son dados de lado por la historia y son aniquilados, encarnan negativamente en la negatividad de esta cultura algo que promete romper el veredicto y terminar con el espanto de la prehistoria -por más débilmente que pueda sonar esa promesa. En la aparición de esas fuerzas yace la última esperanza de que el destino y el poder no tengan la última palabra en el mundo.

THEODOR ADORNO, Crítica cultural y sociedad. Ed. Sarpe, 1984.

lunes, septiembre 04, 2006

LA REDENCIÓN DE LA VENGANZA

La respuesta que Nietzsche da a nuestra pregunta sobre ese representar que predomina de antemano en todo el parpadeo del último hombre, está escrita en el párrafo antepenúltimo de la segunda parte de Así habló Zaratustra(1883). Tiene por título las palabras "De la redención", y dice así: "El espíritu de la venganza: amigos míos, esto ha sido hasta ahora lo mejor a donde llegó el pensar de los hombres; y donde había sufrimiento, allí debía estar siempre el castigo." Venganza, vengar, wreken, urgere, significan: empujar, aguijonear, perseguir, acechar. El pensar, el re-presentar del hombre tal como ha sido hasta ahora, está determinado por la venganza, por el acechar. Ahora bien: si Nietzsche pretende salir y sobrepasar al hombre tal como ha sido hasta el presente y su representar, para llegar a un hombre distinto y superior, ¿cuál es el puente que conduce a un camino de transición? ¿En qué piensa Nietzsche al buscar este puente, para llegar del último hombre al super-hombre? ¿Qué es lo único y más propiamente tal que pensaba este pensador, aun cuando no lo expresaba en cada ocasión ni de la misma manera? El mismo Nietzsche nos da la respuesta a nuestra pregunta en la misma segunda parte de Así habló Zaratustra, en el párrafo "De las tarántulas", donde hace decir a Zaratustra: "Pues, que el hombre sea redimido de la venganza: esto es para mí el puente hacia la suprema esperanza y un arco iris al cabo de muchas tormentas."

MARTIN HEIDEGGER, El espíritu de la venganza. Revista Descartes nº6, 1989.

domingo, septiembre 03, 2006

EL JUEGO

El pasaje de lo sagrado a lo profano puede, de hecho, darse también a través de un uso (o, más bien, un reuso) completamente incongruente de lo sagrado. Se trata del juego. Es sabido que la esfera de lo sagrado y la esfera del juego están estrechamente conectadas. La mayor parte de los juegos que conocemos deriva de antiguas ceremonias sagradas, de rituales y de prácticas adivinatorias que pertenecían tiempo atrás a la esfera estrictamente religiosa. La ronda fue en su origen un rito matrimonial; jugar a la pelota reproduce la lucha de los dioses por la posesión del sol; los juegos de azar derivan de prácticas oraculares; el trompo y el tablero de ajedrez eran instrumentos de adivinación. Analizando esta relación entre juego y rito, Emile Benveniste, ha mostrado que el juego no sólo proviene de la esfera de lo sagrado, sino que representa de algún modo su inversión (...) el juego libera y aparta a la humanidad de la esfera de lo sagrado, pero sin abolirla simplemente. El uso al cual es restituido lo sagrado es un uso especial, pero no coincide con el consumo utilitario. La "profanación" del juego no atañe, en efecto, sólo a la esfera religiosa. Los niños, que juegan con cualquier trasto viejo que encuentran, transforman en juguete aun aquello que pertenece a la esfera de la economía, de la guerra, del derecho y de las otras actividades que estamos acostumbrados a considerar como serias. Un automóvil, un arma de fuego, un contrato jurídico se transforman de golpe en juguetes. Lo que tienen en común estos casos con los casos de profanación de lo sagrado es el pasaje de una religio, que es sentida ya como falsa y opresiva, a la negligencia como verdadera religio (...) Así como la religio no ya observada, sino jugada abre la puerta del uso, las potencias de la economía, del derecho y de la política desactivadas en el juego se convierten en la puerta de una nueva felicidad.

GIORGIO AGAMBEN, Profanaciones. Ed. Adriana Hidalgo, 2005.

miércoles, agosto 30, 2006

LA SITUACIÓN TERAPÉUTICA

Las investigaciones fructíferas más recientes ponen de relieve algo: casi todos los tipos de tratamiento psicoterapéutico practicados medio en serio y de modo persistente revelan en mayor o menor medida las mismas cuotas de éxito y fracaso. De ahí que se pueda extraer la conclusión de que los métodos y sus fundamentos no tienen más que un significado secundario. El factor activo y agente de la curación radica probablemente en la situación terapéutica como tal, por tanto en lo que produce efectos positivos para la mayoría de los hombres cuando ellos, tras un período de autodescuido y privaciones psíquicas, pueden conversar durante cierto espacio de tiempo acerca de sí mismos con una persona que los toma en serio de una manera seria. Todo lo restante es algo accesorio y superestructural, lo que cuenta es la situación básica de diálogo: en medio de un clima en el que reina la atención afectiva con un interlocutor impertérritamente constructivo, pueden alcanzar expresión algunas perturbaciones. Es en ese momento en el que todo marcha bien, cuando se hacen experiencias que permiten ocupar de manera positiva el espacio del otro. En el marco de la polemología esto mismo se denomina "proceso de paz". A la vista de este acontecimiento básico, resulta casi indiferente saber qué tipo de profesionalización desarrolla la parte terapéutica para justificar la situación terapéutica. Aquí nos las tenemos que ver con grandes variantes y también con ejercicios preliminares de alto valor histórico. A este respecto, en Esferas I he llamado la atención sobre esta antigua historia de las técnicas de cercanía en los albores de la sociedad burguesa. Ya en el siglo XVIII se necesitaban pretextos científicos para que los hombres quisieran reanimarse e impresionarse "magnéticamente". El sistema de distanciamiento del yo, consolidado en las sociedades del siglo XIX, requiere para tal fin una fundamentación de situaciones de cercanía, y vale como la mejor justificación del objetivo terapéutico, codificado científica y médicamente, hasta el momento actual.

PETER SLOTERDIJK-HANS HEINRICHS, El sol y la muerte. Ed. Siruela, 2004.

lunes, agosto 28, 2006

EL INGENIERO BALDER

Sin duda la consagración supone un objeto elevado (el arte, la patria, la ciencia, etc), pero como inevitablemente el ordenamiento de esta consagración se produce, en la sociedad dada, por medio de individualidades y particularidades (determinada empresa académica o comercial, determinado grupo gobernante, determinado cuerpo profesoral, etc) que se imponen a su vez como los intermediarios ya ordenables y ordenados, resulta de aquí una determinación externa que en principio no es ajena. Y si no percibimos la necesidad de adaptarnos a ella, o, lo que es lo mismo, si percibimos la superfluidad de esa adaptación, buscaremos posiblemente la autodeterminación en el consagrarnos, en cada caso, a una singularidad como tal, en la que la importancia radique en el encanto que emana de ella, esto es, en una mujer. Y, en efecto, nada ni nadie prescriben que Balder viva para y muera por Irene Loayza; sólo sería su decisión; es él mismo, su vida, su tiempo... los que se dedican a Irene. Pero como, a la vez, la muerte por ella no sería un provecho para esta singularidad que es sólo una singularidad, fundamentalmente habrá que vivir para y por ella, y asegurar los medios de mantener la vida, la propia y la de ella. Así, pues, el sentido de esta abnegada y eficaz destinación a Irene exige la lubricidad y la perversión porque todo en Irene ha de ser siempre gozable y porque toda generalidad ha de hacerse singularidad gozosa al ser singularizada por Irene; de este modo, la experiencia primera de "el encanto de mirar comer a Irene" requerirá que haya de ser también encantamiento y prodigio oír orinar a Irene o atesorar sus secreciones y menstruos. Y sólo la obligación de ganarse burguesamente la vida puede ser un límite para que este enamoramiento ardoroso no degenere en chochera erótica. Extraña liberación de la coerción externa, pues implica la sumersión simultánea en un cuerpo ajeno y en el propio; pero logro, también de cierta autonomía a través de una mujer puesta en cada caso como absoluta y amorosamente deseable contra la relatividad y la heteronomía de la sociedad utilitaria.

CARLOS CORREAS, Arlt literato. Ed. Atuel, 1996.

sábado, agosto 26, 2006

PODER INQUISITIVO Y VENGANZA

(...) es dable rescatar el valor de la famosa frase la ciencia no piensa , al menos en el sentido de que sin ética que limite su enemistad con todos los obstáculos al poder, la ciencia camina hacia el Holocausto, lo que equivale a decir que el poder del dominus sin ética, marcha al genocidio y al ecocidio por el camino de la inquisitio.
Esta fue, sin duda, la mayor revolución protagonizada por la inquisición con el reemplazo de la disputatio (establecimiento de la verdad por lucha) por la inquisitio (establecimiento de la verdad por interrogación). Desde esta perspectiva puede afirmarse que la Edad Media no ha terminado y está lejos de terminar. Dependerá de la capacidad humana de transformación del conocimiento, que la inquisitio sea reemplazada algún día por el dialogus, en que el saber no sea ya de dominus sino de frater. Pero la mera perspectiva de este posible cambio civilizatorio muestra la formidable medida en que el problema trasciende el campo de lo penal para convertirse en una cuestión central de la cultura universal. Pretender ignorar esta dimensión y resolver la cuestión como un puro problema de política criminal que es posible liquidar en pocas páginas es una ingenuidad insostenible, o bien, una limitación de conocimiento inadmisible por su altísimo nivel de aislamiento respecto de los otros saberes.
De lo dicho resulta claramente que la enemistad no es sólo –ni mucho menos- una cuestión del poder represivo, sino un condicionamiento cultural del modo de saber inquisitorial, que es propio de la civilización que nació con el poder punitivo y se planetarizó en un proceso creciente a partir de la revolución mercantil y los genocidios colonizadores.
Este saber inquisitorial de dominus se acumula como saber señorial tecnológico en una recta de pretendido progreso lineal e infinito, que condiciona la idea del tiempo que tiene la civilización planetaria: el tiempo lineal. La concepción lineal del tiempo está íntimamente vinculada a la venganza, al punto que de ella depende: la venganza es siempre venganza contra el tiempo, dado que no es posible, en una concepción lineal, hacer que lo que ha sido no haya sido. La venganza es contra lo que fue y ya no puede ser de otro modo ni volver a ser. El humano está preso del tiempo y de su “fue”. La venganza es una necesidad de la concepción lineal del tiempo.

EUGENIO ZAFFARONI, El enemigo en el derecho penal. Fundación para la Capacitación e Investigación Social, 2006.

viernes, agosto 25, 2006

DIÓGENES EN EL MERCADO

La opinión pública del ágora ateniense fue electrizada por la ofensiva quínica. Aunque Diógenes no aceptó realmente ningún discípulo, su impulso doctrinal, si bien de una manera subliminal, se convirtió en uno de los más fuertes de la historia del espíritu. Cuando Diógenes orina y se masturba en la plaza del mercado, hace ambas cosas en una situación modelo, dado que lo hace públicamente. Publicar algo significa la unidad fáctica de mostrar y generalizar. De esta manera, el filósofo concede al pequeño hombre del mercado los mismos derechos a una experiencia desvergonzada de lo corporal, que hace bien en oponerse a cualquier discriminación. La moralidad puede ser incluso buena, pero la naturalidad también lo es. No otra cosa es lo que proclama el escándalo quínico. Dado que la doctrina explica la vida, el quínico tuvo que llevar al mercado la sensualidad reprimida. Mirad qué bien se lo pasa con su miembro este hombre sabio, ante el que Alejandro Magno se quedaba lleno de admiración. Y defecar lo hace él a la vista de todos. Consiguientemente no puede ser tan malo. Y con ello comienza una risa filosóficamente rica en contenido de verdad, risa de la que habrá que acordarse de nuevo, ya que hoy día todo tiende a que a uno se le acabe la risa. Las filosofías posteriores -por supuesto, las cristianas y las no cristianas incluso más- desintegran paso a paso la regla de la corporización (...) El que la destrucción del principio corporización, sea una obra de esquizofrenias cristiano-burguesas y capitalistas, no necesita ulterior explicación. El principio de la corporización no puede ser portado -por razones de constitución cultural- por los intelectuales modernos (...) El filósofo moderno, mientras siga reivindicando este nombre, se convertirá en un animal cerebral esquizoide... incluso cuando vuelva su atención teóricamente a la negatividad, a lo excluido, a lo humillado y a lo vencido.

PETER SLOTERDIJK, Crítica de la razón cínica. Ed. Taurus, 1989.

jueves, agosto 24, 2006

SER AMADO

En todo imperialismo del sentimiento, hay un no sé qué de inautenticidad. Es un intento de librarse de la soledad. Pero entiéndase bien lo que esto quiere decir. Me llama poderosamente la atención esta mañana la exigencia universal de querer "ser amado". No es tan evidente a primera vista que haya que desear ser querido cuando se quiere a otra persona (...) si el hombre es un lleno existencial, debería querer poseer el objeto que ama, tenerlo a su entera disposición día y noche, percibir su dependencia completa en sus miradas serviles y en sus sonrisas. ¿Para qué necesita ir más lejos? Pues bien, semejante dependencia es más frecuente de lo que parece, y es sabido que está muy lejos de dar satisfacción; no hace más que acrecentar la avidez de esa búsqueda, que, más allá de la sumisión absoluta, persigue la conciencia libre cuyo amor se desea. Comprendo fácilmente que para el propietario el amor del ser vivo que es propiedad suya simplifica mucho las cosas. Sin embargo, veo también que a quien quiere el poder absoluto no le importa el amor en absoluto: se contenta con el miedo. Los monarcas absolutos y los dictadores nunca han buscado la estimación de sus súbditos, a no ser por política -y si encontraban un medio más económico de someterlos, inmediatamente lo utilizaban. Pero ocurre que un sometimiento total del ser amado llega a extinguir el amor del que ama. Siempre es a la vez confortante y enojoso ser amado más de lo que uno ama. Estas verdades de sentido común muestran suficientemente que el amante no sueña con el sometimiento completo del amado. No aspira a convertirse en objeto de una pasión desbordante y mecánica. Lo que quiere tiene algo de malabarismo, es un equilibrio inestable entre la pasión y la libertad. Quiere ante todo que la libertad se determine a sí misma a convertirse en amor, y no sólo al comienzo de la aventura, sino a cada instante. Nada es más valioso para el amante que la autonomía del amor en el ser amado.

JEAN-PAUL SARTRE, Cuadernos de guerra (1939-40). Ed. Edhasa, 1987.

martes, agosto 22, 2006

EL INDIVIDUALISMO

Nietzsche es un diseñador de tendencias. La tendencia que él encarnó y dio forma no es otra que la corriente individualista, que desde las revoluciones industriales y sus proyecciones culturales en el Romanticismo penetró irresistiblemente en su día en la sociedad civil y desde entonces no ha cesado de penetrarla. Hablamos aquí de individualismo no en el sentido de una corriente fortuita o meramente contingente dentro del ámbito de la historia de las mentalidades, sino más bien de un corte antropológico a la luz del cual sólo puede nacer un tipo humano inmerso en los medios de comunicación y de descarga suficientes como para individualizarse frente a sus "condicionamientos sociales". En el individualismo se pone de manifiesto la tercera insularización poshistórica del "hombre" (después de que la primera, la prehistórica, hubiera conducido a su emancipación de la Naturaleza y de que la segunda desembocara en el "dominio del hombre por el hombre"). De hecho, el individualismo no cesa de establecer alianzas inestables y cambiantes con todo lo que conforma el mundo moderno: con el progreso y la reacción, con los programas políticos de la izquierda y la derecha, con las motivaciones y principios nacionales y transnacionales, con proyectos masculinos, femeninos e infantiles, con sensibilidades tecnocráticas o tecnofóbicas, con morales ascéticas o hedonistas, con teorías y conceptos artísticos vanguardistas o conservadores, con terapias analíticas o catárticas, con estilos de vida deportivos o sedentarios, con tendencias activas a la producción o contrarias al desarrollo económico desenfrenado, con la fe en el éxito y con la incredulidad ante él, con formas de vida todavía cristianas o ya no cristianas, con ampliaciones ecuménicas o clausuras localistas, con éticas humanistas o poshumanistas, con ese Yo que ha de acompañar a todas mis representaciones o con esa identidad disuelta que sólo existe ya como sala de espejos de sus propias máscaras. El individualismo tiene la capacidad de trabar vínculos con todo tipo de posiciones, y Nietzsche es su diseñador, su profeta.

PETER SLOTERDIJK, Sobre la mejora de Buena Nueva. Ed. Siruela, 2005.

lunes, agosto 21, 2006

EL OCULTISMO

Precisamente porque la vida humana se ha transformado aquí en destino ya fijado pero todavía no experimentado como tal por nosotros, por esto produce esas "explicaciones" que son la astrología, la nigromancia, la teosofía, etc. Porque aquí vivimos nuestra desesperanza sobre un fondo de constante inquietud e incertidumbre cósmicas, por esto la vida humana se empobrece al punto de no propender sino a la seguridad y al sentimiento de la seguridad, al sentir que se ha de poder seguir contando con lo que ya se tiene; y así prevalece la idea de destino, uno para cada uno, destino de grandeza o de pequeñez, de fracaso o de gloria, de vida sin sentido propio o de conquista de sí mismo (...) Esa situación primordial es lo que llamamos el sistema de la miseria, y es dentro de este sistema donde se expande el ocultismo: teosofía, astrología, espiritismo, no sólo arrancan de la miseria, sino que permanecen dentro de ella, se cultivan y se propagan miserablemente en la medida en que en su cauce la vida humana se impregna de la pobreza del aislamiento respecto de los demás hombres y de la pobreza del ocultamiento de los procedimientos por los que se han de poner en juego fuerzas y poderes ocultos sobre otros hombres. El ocultismo es una "estrategia de poder" y toda estrategia de predominio sobre el prójimo exige el ocultismo como encubrimiento de las investigaciones y operaciones sobre las fuerzas por cuyo medio se ha de realizar el sojuzgamiento. Por consiguiente, el ocultismo pulsa en la política, en la diplomacia, en lo jurídico, en la etiqueta, en las denominadas "relaciones exteriores", en la publicidad...

CARLOS CORREAS, Arlt literato. Ed. Atuel, 1996.

domingo, agosto 20, 2006

LEOPOLDO LUGONES

Hay un aspecto de Lugones que ha sido deliberadamente descuidado por sus exégetas: sus relaciones delirantes con la ciencia y sus manías de sabio apócrifo y marginal. Hombre de cultura vasta y pintoresca, Lugones es un buen ejemplo del erudito esotérico, lector de diccionarios y de manuales de divulgación científica, siempre interesado por los bordes excéntricos del conocimiento. A lo largo de una vida signada por la inconstancia y la práctica decidida de la inestabilidad ideológica, se mantuvo, por ejemplo, invariable su fidelidad al espiritismo y a las ciencias ocultas. Hacia 1900 era secretario general de la Rama Luz de la sociedad teosófica argentina, filial de la secta científica fundada por la vidente Helena Petrovna Blavatsky, y hasta su muerte fue un iniciado en el saber maldito. Este costado arltiano de Lugones que lo conecta con el astrólogo de Los siete locos define más de un aspecto de su obra (...) En los relatos de Lugones es difícil establecer con claridad los límites: la narrativa policial, la especulación filosófica, los delirios teóricos y la ficción científica se combinan para crear una suerte de híbrido (...) La fascinación por las hipótesis y las fórmulas, por los laboratorios y las máquinas, por los experimentadores alucinados, los inventores delirantes y los herméticos filósofos barriales, la atracción psiquiátrica y un poco lombrosiana por los marginales, los casos extremos y la locura social, permiten ligar entre sí a escritores tan diferentes como Arlt, Lugones, Macedonio, Marechal o Laiseca. ¿Se podría hablar en esos casos de cierta ficción paranoica que construye sus tramas poniendo en juego siempre relaciones de poder y de guerra, que trabaja con máquinas infernales, con teorías esotéricas y delirios filosóficos? En los cuentos de Lugones esos elementos están, de hecho, siempre presentes: miniaturas alucinadas de la verdad encierran los sueños más intensos de ese caballero argentino que creía en el poder de las fuerzas extrañas, tenía relaciones clandestinas con una maestra y se suicidó en un recreo del Tigre una noche de febrero de 1938.

RICARDO PIGLIA, La Argentina en pedazos. Ediciones de La Urraca, 1993.

sábado, agosto 19, 2006

EL MUSEO

El museo moderno es capaz de introducir una nueva diferencia entre las cosas. Esta diferencia es nueva porque no representa ninguna de las diferencias visuales ya existentes. La elección de los objetos para la musealización únicamente es interesante y relevante para nosotros si no únicamente reconoce y reafirma las diferencias existentes, sino que se presenta a sí misma como infundada, inexplicable e ilegítima. Para un espectador, esta elección abre una visión sobre la infinidad del mundo. Y más que esto: mediante la introducción de esta nueva diferencia, el museo cambia la atención del espectador de la forma visual de las cosas a su soporte material escondido y a su esperanza de vida. Lo Nuevo funciona aquí no como una re-presentación de lo Otro o como un paso adelante hacia una progresiva clarificación de lo obscuro, sino más bien como un nuevo recordatorio de que lo oculto permanece oculto, de que la diferencia entre lo real y lo simulado permanece ambigua, de que la longevidad de las cosas es insalvable. O, diciéndolo de otro modo, el museo nos da la posibilidad de introducir lo sublime dentro de lo banal. En la Biblia podemos encontrar la famosa intervención de que no hay nada nuevo bajo el sol. Evidentemente, esto es cierto, sin embargo, en el museo no hay ningún sol. Esta es probablemente la razón por la que el museo siempre ha sido -y aún es- el único lugar para una posible innovación.

BORIS GROYS, Sobre lo nuevo. FUOC, 2002.

viernes, agosto 18, 2006

LEVIATÁN

En el fondo, lejos de ser el teórico de las relaciones entre la guerra y el poder político, es como si Hobbes quisiera eliminar la guerra en tanto realidad histórica, es como si quisiera eliminarla de la génesis de la soberanía. Hay en Leviatán todo un frente del discurso que consiste en decir: poco importa, a fin de cuentas, haber perdido o no; poco importa haber sido derrotados o no, puesto que en todos los casos es siempre el mismo mecanismo el que funciona para todos los derrotados, mecanismo que se encuentra en el estado de naturaleza, en la constitución del estado e incluso en la relación más tierna y natural que existe, vale decir en la que se da entre los padres y sus niños. Hobbes transforma la guerra, el evento bélico, la relación de fuerza que se ha manifestado efectivamente en la batalla, en algo diferente para la constitución de la soberanía. La constitución de la soberanía ignora la guerra. Y en todos los casos, haya o no guerra, la soberanía se realiza siempre del mismo modo. El discurso de Hobbes es en el fondo un no a la guerra: no es la guerra la que crea efectivamente los estados (...) He aquí entonces el problema: dado que en las anteriores teorías jurídicas del poder la guerra nunca había desempeñado la función que Hobbes le niega obstinadamente, ¿contra quién o contra qué se dirige entonces esta eliminación de la guerra? (...) En síntesis, lo que Hobbes quiere eliminar es la conquista, o mejor, la utilización del discurso de la conquista en el discurso histórico y en la práctica política. El adversario invisible del Leviatán es la conquista. Hobbes sabía bien para qué servía el enorme fantoche artificial que tanto hizo estremecer a los bienpensantes del derecho y de la filosofía, el monstruo estatal (...) Por eso los filósofos, que tanto lo han denostado, en el fondo lo aman, y su cinismo ha hechizado hasta a los timoratos.

MICHEL FOUCAULT, Genealogía del racismo. Ed. Altamira, 1992.

jueves, agosto 17, 2006

CAOS: ÁREAS MUERTAS

El caos es útil. Nos ayuda a comprender complicados fenómenos, tales como epidemias o irregularidades del ritmo cardíaco. Más aún: podemos valernos del caos para alcanzar nuestros propósitos. Veamos ejemplos (...) En muchos procesos industriales es necesario mezclar distintos ingredientes de forma perfectamente uniforme. Sin embargo, no conviene que la maquinaria tenga que ser increíblemente complicada y "aleatoria": se desea algo bonito y simple que los ingenieros puedan manejar en perfectas condiciones con facilidad. En otras palabras, queremos un sencillo sistema predeterminado que dé lugar a un comportamiento aleatorio. Las máquinas mezcladoras son, en la práctica y por definición, generadores de caos. Pensemos, por ejemplo, en una batidora. Un engranaje de dos paletas gira a velocidad constante y, como consecuencia, el huevo se reparte por todas partes. Un proceso predeterminado produce un resultado caótico. El caos ha motivado una nueva profundización en el estudio matemático de las mezclas. En concreto, resulta que muchos aparatos sencillos de mezclado tienden a dejar "áreas muertas" que no están bien mezcladas. La razón de esto es que los materiales que se mezclan son (más o menos) incomprimibles y su dinámica es bastante especial: se trata de un ejemplo de lo que se denomina sistema hamiltoniano. La dinámica del sistema solar es hamiltoniana (...) El caos hamiltoniano tiene un estilo muy especial. El flujo uniformemente caótico es difícil de conseguir en los sistemas hamiltonianos: una de sus características fundamentales es la tendencia a que aparezcan "islas de estabilidad", aunque éstas estén rodeadas de un mar de caos. Estas islas constituyen las "áreas muertas" de una mezcla deficiente.

IAN STEWART, De aquí al infinito. Ed. Crítica, 1998.

miércoles, agosto 16, 2006

SER ABSOLUTAMENTE MODERNO

Sí, la nueva hora es, por lo menos, muy severa. Porque puedo decir que obtuve la victoria: el rechinar de dientes, los silbidos de fuego, los suspiros pestilentes, se moderan. Se borran todos los recuerdos inmundos. Mis últimos pesares se desvanecen -celos por los mendigos, los bandoleros, los amigos de la muerte, los retrasados de toda especie. -Condenados, ¡si yo me vengara! Es preciso ser absolutamente moderno. Nada de cánticos: conservar lo adelantado. ¡Dura noche! ¡La sangre seca humea sobre mi rostro y nada tengo por detrás salvo ese arbolito horrible!... El combate espiritual es tan brutal como la batalla entre hombres; pero contemplar la justicia sólo es placer de Dios (...) Es una buena ventaja poder reírme de los viejos amores engañosos y cubrir de vergüenza a esas parejas mentirosas -he visto allá el infierno de las mujeres; -y podré poseer la verdad en un alma y un cuerpo.

ARTHUR RIMBAUD, Una temporada en el infierno. Ed. Marymar, 1978.

martes, agosto 15, 2006

BERTOLT BRECHT

"¡Ser bueno! Sí, ¿quién no lo querría? Donar las posesiones a los pobres, ¿por qué no? Cuando todos son buenos Su reino no está lejos. ¿Quién no se sentaría con placer bajo Su luz?" (La ópera de tres peniques)
El leimotiv era la feroz tentación de ser bueno en un mundo y bajo circunstancias que hacen de la bondad algo imposible y contraproducente. El dramático conflicto en las obras de Brecht es casi siempre el mismo: aquellos que, obligados por la compasión, intentan cambiar el mundo no pueden permitirse ser buenos. Brecht descubrió por instinto aquello que los historiadores de la revolución no pudieron ver: es decir, que los revolucionarios modernos desde Robespierre hasta Lenin estaban impulsados por la pasión de la compasión: le zèle compatissant de Robespierre, que seguía siendo lo suficientemente inocente como para admitir abiertamente esta poderosa atracción hacia "les hommes faibles" y "les maheureux". "Los clásicos", Marx, Engels y Lenin, en el lenguaje codificado de Brecht, "eran los hombres más compasivos de todos" y aquello que los distinguía de la "gente ignorante" era que ellos sabían cómo "transformar" la emoción de la compasión en la emoción de la ira. Sabían que "la piedad es lo que no se les niega a aquellos a quienes se les rechaza ayuda". De aquí que Brecht se convenciera, casi sin darse cuenta, de la sabiduría del precepto de Maquiavelo para los príncipes y los hombres de Estado, que deben aprender "cómo no ser buenos" y comparte con Maquiavelo la sofisticada y al parecer ambigua actitud con respecto a la bondad que ha estado abierta a tantos malentendidos, tanto en su caso como en el de su predecesor (...) Apenas se había unido a los comunistas cuando descubrió que para cambiar el mundo malo y convertirlo en uno bueno no bastaba con "no ser bueno" sino que había que convertirse en malo, y que para poder exterminar la maldad había que estar dispuesto a hacer cualquier cosa vil. Pues: "¿Quién eres? Húndete en la mugre, soborna al carnicero, pero cambia el mundo, el mundo necesita un cambio."

HANNA ARENDT, Hombres en tiempos de oscuridad. Ed. Gedisa, 1990.

lunes, agosto 14, 2006

DULCE MENSAJERO

Este dulce mensajero murió como vivió, como enseñó; no para redimir a los hombres, sino para mostrar cómo se debe vivir. Lo que dejó como legado a la humanidad es una práctica: su actitud frente a los jueces, esbirros, acusadores y cualquier clase de calumnia y de escarnio, su actitud en la cruz. No resiste, no defiende su derecho, no da un paso para alejar de sí la ruda suerte, antes por el contrario, la provoca... Y ruega, sufre, ama con aquello, en aquellos que hacen el mal... No defenderse, no indignarse, no atribuir responsabilidad... Pero igualmente no resistir el mal, amarlo...

FRIEDRICH NIETZSCHE, El Anticristo. Ed. Siglo veinte, 1988.

domingo, agosto 13, 2006

CON PICASSO EN PARÍS (22-7-1942)

Por la tarde en el estudio de Picasso (...) Aparte de una pequeña vivienda y de unos trasteros, la casa consta de dos amplias estancias que son como graneros; al parecer utiliza la de abajo para sus trabajos de escultura y la de arriba para pintar (...) Primero estuvimos viendo abajo viejos papeles y luego subimos al piso de arriba. Entre los cuadros que allí había me han gustado sobre todo dos sencillos retratos de mujer y luego, de modo especial, una playa; cuanto más se la contemplaba, más parecía florecer con tonos rojos y amarillos (...) Otras obras, como una serie de cabezas asimétricas, me han parecido monstruosas. Sin embargo, cuando a un talento tan extraordinario como el de Picasso se lo ve dedicarse a tales asuntos años y decenios, es preciso concederle la correspondencia objetiva, aun cuando escape a nuestra percepción. En el fondo se trata de cosas no vistas todavía, no nacidas todavía, y de experimentos de naturaleza alquímica (...) La imagen del ser humano es pre-vista mágicamente y son pocos los que sospechan la terrible profundidad de la decisión tomada por el pintor. Sobre el influjo ejercido por sus obras: -Mis cuadros causarían el mismo efecto si, una vez acabados, los envolviese y sellase, sin mostrarlos. Se trata de manifestaciones de índole directa. Sobre la guerra: -Nosotros dos, aquí sentados, negociaríamos la paz esta misma tarde. Al atardecer la gente podría encender las luces.

ERNST JÜNGER, Radiaciones I. Ed. Tusquets, 2005.

sábado, agosto 12, 2006

LOS AYUDANTES

La idea de que el Reino esté presente en el tiempo profano en formas bizcas y torcidas, que los elementos del estado final se escondan precisamente en aquello que hoy aparece como infame y digno de burla, que la vergüenza, en suma, tenga secretamente algo que ver con la gloria, es un profundo tema mesiánico. Todo aquello que ahora nos aparece como canallesco e inepto es la prenda que deberemos rescatar en el último día, y quien nos guiará hacia la salvación será precisamente el compañero que se ha perdido por el camino. Es su rostro el que reconoceremos en el ángel que hace sonar la trompeta o en aquel que, distraído, deja caer de su mano el libro de la vida. La gota de luz que aflora en nuestros defectos y en nuestras pequeñas abyecciones no era otra cosa sino la redención. Ayudantes, en este sentido, fueron también el mal compañero de escuela que nos pasó por debajo del banco las primeras fotografías pornográficas o el sórdido cuartito en el cual alguno nos mostró por primera vez sus desnudeces. Los ayudantes son nuestros deseos insatisfechos, aquellos que no nos confesamos siquiera a nosotros mismos, que en el día del juicio vendrán a nuestro encuentro sonriendo como Arturo y Jeremías. Ese día, alguno nos descontará nuestros rubores como pagarés para el paraíso. Reinar no significa cumplir con todo. Significa que lo incumplido es aquello que permanece.

GIORGIO AGAMBEN, Profanaciones. Ed. Adriana Hidalgo, 2005.

jueves, agosto 10, 2006

LA GRIETA

"Evidentemente, toda vida es un proceso de demolición" (The Crack Up) Pocas frases resuenan tanto en nuestra cabeza con este ruido de martillo. Pocos textos tienen este irremediable carácter de obra maestra, y de imponer silencio, de forzar un asentimiento aterrado, como la novela corta de Fitzgerald. Toda la obra de Fitzgerald es un único desarrollo de esta proposición, y sobre todo de su "es evidente". Un hombre y una mujer, unas parejas (...) que lo tienen todo para ser felices, como suele decirse: bellos, encantadores, ricos ,superficiales y llenos de talento. Y luego, algo sucede que hace que se rompan, exactamente como un plato o un vaso. Terrible mano a mano de la esquizofrénica y el alcohólico, a menos que la muerte no se los lleve a los dos. ¿Acaso es esto la famosa autodestrucción? ¿Qué pasó exactamente? No intentaron nada especial que estuviera por encima de sus fuerzas; y sin embargo, se despiertan como tras una batalla demasiado grande para ellos, el cuerpo roto, los músculos agarrotados, el alma muerta: "Tenía la impresión de estar de pie en el crepúsculo en un campo de tiro abandonado, con un fusil vacío en la mano y las dianas derribadas. Ningún problema que resolver, simplemente el silencio y el solo ruido de mi respiración... La inmolación de mí mismo era un cohete sombrío y mojado." Por supuesto que sucedieron muchas cosas, tanto en el exterior como en el interior: la guerra, la quiebra financiera, un cierto envejecimiento, la depresión, la enfermedad, la pérdida del talento. Pero todos estos accidentes ruidosos ya produjeron sus efectos en su momento; y no serían suficientes por sí mismos si no socavaran, si no profundizaran algo de toda otra naturaleza y que, por el contrario, no ha sido puesto de manifiesto por ellos sino a distancia y cuando ya es demasiado tarde: la grieta silenciosa. "¿ Por qué hemos perdido la paz, el amor, la salud, una cosa tras otra?". Había una grieta silenciosa, imperceptible...

GILLES DELEUZE, Lógica del sentido. Ed. Paidós, 2005.

miércoles, agosto 09, 2006

DETERMINISMO O INVENCIÓN

Hay un comienzo del sufrimiento, pues el determinismo del mundo utilitario, frente al sentido de la invención, es ante todo pasividad vivida por el sujeto a modo de creencia y espera de las tareas establecidas que han de ser realizadas y de las recompensas establecidas por esta realización. Por el contrario, la espontaneidad de la invención es primeramente saber y actividad sobre sí y sobre el mundo que no podrían ser recibidas por asignación, sino conquistados singularmente a partir de la nihilización del determinismo cósmico y de sí mismo en tanto un útil más con una función señalada. Por consiguiente, si en la pasividad se esboza el sufrimiento, éste se configura en la experiencia cuando la efectividad de la invención es vivida como falta, en el presente, de una estructura futura que es la invención misma. El determinismo cósmico es principalmente pasado: ya ha estado siempre ahí -pues es el supuesto de la eficacia del pasado sobre el presente-, son las fórmulas, los usos, las funciones, los lugares comunes, etc., que son pasado universal pero que a la vez hacen pasado, esto es, preterifican el devenir temporal. Si nos abandonamos simplemente a este determinismo, sólo soportaremos el sufrimiento esquemático de la pasividad en general, puesto que no tendremos otra exigencia íntima que la de sosegar constantemente a una libertad -la nuestra- indeterminada; pero si nos fijamos como proyecto la invención, entonces el sufrimiento es la tensión de un carecer y un saber careciente a partir de un futuro otro que la prolongación indefinida del determinismo. Tensión padecida, porque ya no creeremos ni esperaremos nada del mundo utilitario del presente y, a la vez, no tendremos invención, puesto que ésta es precisamente imposible en ese mundo.

CARLOS CORREAS, Arlt literato. Ed. Atuel, 1996.

martes, agosto 08, 2006

E.A.POE

Nació en 1809 en Boston, ciudad que abominaba. Huérfano a los dos años, fue adoptado por un comerciante, el señor Allan, cuyo apellido fue su segundo nombre. Se crió en Virginia y se educó en Inglaterra (...) En 1830 ingresó en la Academia Militar de West Point, de la que fue expulsado por su afición al juego y a la bebida. De índole agresiva, fue sin embargo un firme trabajador y nos ha legado cinco generosos volúmenes de prosa y verso. En 1835 se casó con Virginia Clemm, de trece años de edad. Como poeta, es menos apreciado en su patria que en otras partes del mundo. Su célebre poema "The Bells" hizo que Emerson lo apodara the jingle man, el hombre del retintín. Se enemistó con todos sus colegas (...) Cuando lo llamaron discípulo de los románticos alemanes, contestó: "El horror no llega de Alemania, llega del alma". Siempre abundó en "sonora autolástima" y su estilo es interjectivo. Borracho, murió en la sala común de un hospital de Baltimore (...) Charles Baudelaire tradujo toda su obra al francés y Mallarmé le consagró un famoso soneto. De un solo cuento suyo que data de 1841, Los crímenes de la calle Morgue, procede todo el género policial: Robert Stevenson, William Collins, Arthur Conan Doyle, Gilbert Chesterton, Nicholas Blake y tantos otros. Sus cuentos son de inaudita invención. En "La Filosofía de la Composición" el gran romántico declara que la ejecución de un poema es una operación intelectual, no un don de la musa.

JORGE L. BORGES, Biblioteca personal. Obras Completas, Ed. Emecé, 1996.

lunes, agosto 07, 2006

REVOLVER (5-8-1966)

Puede pensarse sin demasiado esfuerzo en 1966 como en el más grande e irrepetible anno mirabilis del rock'n'pop. En 1966 fueron editados Face to Face de The Kinks, Pet Sounds de The Beach Boys, Fifth Dimension de The Byrds, Love de Love, Aftermath de the Rolling Stones y la sombra luminosa y larga del Blonde on Blonde de Bob Dylan. Y el Revolver de The Beatles. Y -mientras "A Day in the Life" sigue y seguirá por siempre manteniéndose justiciera e inconmoviblemente en el primer puesto de las encuestas acerca de cuál es la mejor canción en todo el catálogo beatle- Revolver recién comenzó a ser reconsiderado y ascendido como el mejor de sus álbumes -y el mejor de todos los álbumes de cualquier otra banda o cantautor- a partir de los '90, haciendo retroceder al hasta entonces invulnerable Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Y la promoción no es un capricho o un gesto snob: Revolver es más compacto y equilibrado y, sí, revolucionario (...) en Revolver ocurren y cambian muchas cosas: el sonido se sofistica, la portada ya no se resigna a la simple foto de la banda. George Harrison prueba ser un compositor a la altura de sus pares. Ringo Starr canta una de las mejores canciones infantiles de todos los tiempos, y las preocupaciones y temática dejan de pasar exclusivamente por el amor (o la falta de) y cierta joven nostalgia y se agregan el tema del dinero, las drogas, la muerte y las incertidumbres del futuro (...) El biógrafo Bob Spitz dice en su reciente The Beatles: "Ya no tenía sentido mantener la pose de graciosos ídolos adolescentes, ahora habían evolucionado hacia el tipo de hombres y músicos capaces de producir un documento tan asombroso como Revolver. Como individuos, John, Paul, George y Ringo estaban creciendo; como Beatles, comenzaban a separarse entre ellos.".

RODRIGO FRESÁN, Bang. Suplemento Radar (6-8-2006)

domingo, agosto 06, 2006

MUERTE ILUSTRADA

Al igual que las crucifixiones romanas, las ejecuciones cristianas pretendían dramatizar el poder del Estado para causar dolor. Las máquinas de matar como la rueda o el potro retrasaban la muerte todo lo posible para que el público pudiera ver cómo se desgarraban los músculos de la víctima y escuchar sus alaridos. A diferencia de las crucifixiones, prolongando el dolor las autoridades cristianas pretendían forzar a la víctima a confesar la enormidad de sus pecados antes de verse reducida a poco más que un pedazo de carne. El tormento tenía un propósito religioso y en cierto sentido caritativo, al proporcionar al criminal una última oportunidad de librarse de las profundidades del infierno confesando el pecado. El Dr. Guillotin rechazó esas ideas. Señaló que la mayoría de los criminales quedaban inconscientes o trastornados después de sólo una o dos vueltas de rueda y, por lo tanto, eran incapaces de optar por arrepentirse. Además, pensaba que incluso el criminal más abyecto tenía ciertos derechos naturales, por lo que respectaba a su cuerpo, que la ley no podía violar. Basándose en el gran tratado de la Ilustración sobre las prisiones, De los delitos y las penas de Beccaria, el Dr. Guillotin argumentó que cuando el estado impone la pena de muerte, debe mostrar el máximo respeto por el cuerpo que va a destruir y administrar una muerte rápida, sin dolor inútil. Al hacerlo así, se muestra superior al vulgar asesino. Los fines de Guillotin, por lo tanto, eran enteramente humanitarios. Además, pensó que había liberado la muerte de las irracionalidades de rituales cristianos como la confesión de los pecados. El Dr. Guillotin presentó su propuesta de una muerte ilustrada y sin rituales a principios de la Revolución, en diciembre de 1789, pero la Asamblea Nacional no autorizó el uso de su máquina hasta marzo de 1792. Un mes más tarde un delicuente común murió bajo la cuchilla, y el 21 de agosto de 1792 , la máquina fue utilizada por primera vez con una finalidad política, para decapitar al legitimista Collenor d´Augrement.

RICHARD SENNETT, Carne y piedra. Ed. Alianza, 1997.

sábado, agosto 05, 2006

CALÍGULA

Calígula, sobre otros abundantes vicios, tenía el extraño prurito de herir a todo el mundo con alguna burla, a pesar de que él mismo daba abundante motivo de risa, tanta era la fealdad de su palidez, reflejo de su locura, el ceño de su mirada bajo una frente cubierta de arrugas, la deformidad de su cabeza calva, sembrada sólo de raros cabellos, sin contar su pescuezo erizado de cerda, sus flacas piernas y sus pies enormes. Inacabable sería referir todas las mofas de que hizo objeto a sus padres y abuelos, y a toda clase de gentes; contaré sólo aquellas que fueron causa de su perdición. Entre sus íntimos amigos contaba a Asiático Valerio, hombre muy violento e incapaz de soportar serenamente las injurias. Pues en un banquete, como quien dice ante la asamblea, con voz clarísima, le echó en cara cómo se conducía su mujer en el lecho. ¡Justos dioses! ¡Que un hombre tal tuviera que oír semejante extremo, saberlo el príncipe y llevar su insolencia hasta el punto de contar su adulterio y el ajeno bochorno, no ya sólo a un consular o a un amigo, sino secillamente al marido! Querea, tribuno militar, tenía un timbre de voz no conforme con su valentía, sino lánguido y para quien desconociese sus hechos, algo sospechoso. Calígula, cada vez que él le pedía el santo y seña, le daba el nombre de Venus o de Príapo, escarneciendo o por un lado o por el otro la molicie de aquel militar: esto hacía él, vestido de telas transparentes, cubierto de oro y calzado como una mujer. Por fin Querea se vio obligado a utilizar el hierro para no tener que pedirle más la consigna, y fue el primero de los conjurados que levantó la mano y que le hirió en medio de la nuca: luego fueron numerosos los puñales que de todos lados cayeron sobre Calígula, vengando sus crímenes contra la nación y contra los particulares, pero el primero que se portó como un hombre fue quien menos lo parecía.

SÉNECA, De la brevedad de la vida. Ed. Sarpe, 1984.

jueves, agosto 03, 2006

AUTOCONFIANZA

Cuando está cerca de ti lo bueno, cuando tienes vida en ti mismo, no es por los caminos conocidos o acostumbrados; no descubrirás las huellas de ningún otro, no verás la faz de ningún hombre; no oirás nombre alguno: el camino, el pensamiento, el bien serán totalmente extraños e inéditos. Quedarán excluidos el ejemplo y la experiencia. Tú tomas el camino del hombre; el camino, que no al hombre. Todas las personas que han existido alguna vez son sus ministros ya olvidados. Temor y esperanza son lo mismo bajo él. Hay algo de poco valor incluso en la esperanza (...) Sólo la vida vale, no el haber vivido. La fuerza cesa en el momento en que reposa; consiste en el instante de pasar de un estado a otro nuevo, en el lanzarse a un intento. Un hecho que el mundo detesta: que el alma llegue a ser; porque eso degrada el pasado para siempre, convierte en pobreza las riquezas todas, la reputación en vergüenza, confunde al santo con el bribón (...) ¿Por qué, entonces, hablamos de confianza en uno mismo? Mientras esté presente el alma habrá poder agente. Hablar de confianza es una manera de hablar pobre y periférica. Hablemos, más bien, de lo que contagia, porque actúa y es (...) Quien aspira a ser un hombre, ha de ser un inconformista; quien desee ganarse los laureles de la inmortalidad, no debe dejarse obstaculizar por el nombre de la bondad, sino que debe investigar si en verdad eso es bondad. En última instancia, nada hay más sagrado que la integridad de tu propia inteligencia. Libérate a ti mismo y tendrás el apoyo del mundo entero.

RALPH WALDO EMERSON, Confianza en sí mismo. Ed. Porrúa, 1990.

miércoles, agosto 02, 2006

SABER GOBERNAR POCO

"Lo más importante de todo es el saber Gobernar Poco, pues no hay que perder la esperanza de que alguna vez Nadie Gobierne" (Macedonio Fernández)

Citado hoy por NOÉ JITRIK en el diario Página/12.


martes, agosto 01, 2006

LA POLICÍA FILOSÓFICA

El tema de "tolerar maquinaciones culpables" puede ser comprendido no solo como un proyecto de astucia estatal por el cual el poder absoluto -o demasiado seguro de sí- se arroga el esplendor de ser paciente con sus opositores para que al cabo se exhiban públicamente, creyendo que tenían el camino expedito. También, un paso más allá, nos entrega la ideología última de la mentalidad conspirativa por la cual al enemigo del régimen es el propio régimen quién deberá generarlo. Prueba especular de su propia fuerza fantasmal, esa auto-enemistad, esa mismidad de lo antagónico, revela una de las acrobacias metafísicas más sorprendentes en el arte de la conspiración: lo define por dentro y establece su hipótesis esencial, su propia metafísica de autoanulación. Si el lector se siente asombrado por esta última frase, podemos ponerla en boca de uno de los personajes de El hombre que fue Jueves, de Chesterton, una clásica observación sobre la conspiración como un desdoblamiento conceptual de una mente cósmica (o metafísica). Estamos ante la recordable escena en la que un policía, a orillas del Támesis, le dice a un desalentado Gabriel Syme: "... el jefe de una de nuestras secciones (...) sostiene la tesis de que nuestra civilización está amenazada por una conspiración de orden puramente intelectual. (...) En consecuencia ha organizado un cuerpo especial de policías que son, al mismo tiempo, filósofos. La misión de éstos es observar el fermento reciente de la conspiración, para combatirla, no solo en el sentido penal, sino en el terreno de la controversia (...) El oficio del policía filósofo es a la vez más atrevido y más sutil que el de un detective vulgar. Éste tiene que ir a las tabernas sospechosas para arrestar ladrones. Nosotros, hojeando un libro de sonetos, adivinamos un crimen futuro." Sin embargo, aquí aún no está radicalmente avanzada la idea que en verdad preside la idea de El hombre que fue Jueves. La "policía filosófica" que desempeña las funciones de un servicio secreto que analiza hermenéuticamente ciertos "materiales culturales" o "ambientes de época", es llevada más allá por Chesterton, pues se trata de "remontar hasta el origen de esos temerosos pensamientos que conducen a los hombres al fanatismo intelectual".

HORACIO GONZÁLEZ, Filosofía de la conspiración. Ed. Colihue, 2004.

domingo, julio 30, 2006

ANOTACIONES

-La imagen de la disconformidad que nos ofrece una calle, donde todos alzan los pies para alejarse del lugar en que se encuentran.
-El hueco que la obra genial ha producido en nuestro alrededor es un buen lugar para encender nuestra pequeña luz. De allí la inspiración que irradian los genios, la inspiración universal que no sólo nos impulsa a la imitación.
-Sollocé ante el sumario del proceso de una tal Marie Abraham, de veintitrés años, que impelida por la miseria y el hambre estranguló a su hija Barbara, de unos nueve meses de edad, con una corbata de hombre, que le servía de liga y que se desató de la pierna. Una historia absolutamente esquemática.
-No desesperes, ni siquiera ante tu imposibilidad de desesperar. Cuando ya todo parece terminado, aparecen sin embargo nuevas fuerzas, y eso significa justamente que estás vivo. Si no aparecieran, entonces sí todo habría terminado, para siempre.
-Demasiado tarde. La dulzura de la melancolía y del amor. Que me sonriera cuando pasé en el bote. Eso fue lo más hermoso de todo. El deseo constante de morir, y de seguir resistiendo; sólo eso es el amor.
-Estoy al acecho de las imaginaciones. Entro en una habitación, y las encuentro en un rincón, las veo introducirse blancamente unas dentro de otras.
-Los descubrimientos se impusieron a los hombres.
-El efecto que ejerce una cara pacífica, una voz tranquila, especialmente si se trata de un desconocido, a quien uno no ha estudiado todavía a fondo. La voz de Dios en la boca de un hombre.
-Schiller, en alguna parte: Lo principal es (o algo parecido) "transformar la pasión en carácter".

FRANZ KAFKA, Diarios 1910-1913. Ed. Marymar, 1978.

OBSERVACIONES ANATÓMICAS

Voorburg, 20 de noviembre de 1665
Al ilustre Señor, Baruch de Spinoza

(Fragmento) Ya os he hablado alguna vez, de unas observaciones anatómicas. Me escribió hace poco el Señor Boyle que unos Anatomistas destacados de Oxford comprobaron que la Tráquea de algunas ovejas y algunos bueyes estaba llena de hierba. Estos científicos habían sido invitados hace unas semanas a ver un buey que tuvo por dos o tres días el cuello casi continuamente torcido y tenso y murió de una enfermedad desconocida para sus dueños. Hecha la disección del cuello y la garganta del animal, quedaron admirados al descubrir que su tráquea estaba hasta el fondo repleta de hierba, como si alguien la hubiera introducido por la fuerza. Y ello hace preguntarse por la verdadera causa de que llegara a ese órgano del buey tanta cantidad de hierba y cómo pudo sobrevivir tanto tiempo el animal en esas condiciones. Por otra parte, nuestro amigo me hizo saber también que otro penetrante Médico de Oxford descubrió la presencia de leche en la sangre humana. Cuenta que una joven que había tomado a las siete de la mañana una gran dosis de purgante, sangraba por un pie a las once del mismo día. La primera sangre fue recogida en una vasija, cobrando poco tiempo después un color blanquecino. La última sangre se recogió en un recipiente de los llamados, según creo "platillos", y no tardó en tomar el aspecto de leche cuajada. Pasadas cinco o seis horas volvió el Médico y examinó los dos recipientes con sangre. El contenido de la vasija era la mitad de sangre y la otra mitad de una substancia parecida al quilo que flotaba en la sangre como el suero en la leche. Pero el líquido del platillo era enteramente quilo, sin ningún aspecto de sangre. Al calentarse al fuego, ambos líquidos se endurecieron. En cuanto a la joven, gozó de buena salud y dejó de sangrar; y aunque le desaparecieron las reglas, tuvo siempre buen color (...) Su muy fiel, Enrique Oldenburg.

BARUCH de SPINOZA, Correspondencia completa. Ed. Hiperión, 1988.

sábado, julio 29, 2006

HEIDEGGER SEGÚN GOMBROWICZ

Heidegger dice que la esencia del hombre es su existencia, que el hombre no es una cosa definida. No hay modelos de hombre -como por ejemplo en la filosofía católica-, sino que el hombre es una existencia que está haciéndose. Diferencia sutil, pero profunda. No podemos decir de alguien que es un hombre; solamente podemos decir que llega a ser hombre, que se realiza como existencia humana. A causa de esto, Sartre atribuye al hombre una libertad plena para elegirse. Heidegger diferencia la existencia que llama trivial de la existencia que llama auténtica (...) Kierkegaard hizo la misma calificación, pero añadió la vida religiosa. Ahora bien, para Heidegger, al igual que para Sartre o Marx, la religión es una invención de los hombres hecha para evitar la confrontación con la verdadera condición humana. Y la vida cotidiana no es entera ni necesariamente trivial. El hombre puede existir en las dos dimensiones de lo trivial y lo auténtico. El hombre, dice Heidegger, debe hacerse. Como no es una cosa, ¡pues bien!, tiene que hacerse "hombre". La vida trivial es simplemente una huida ante uno mismo. Para olvidarse y para perderse. Llegar a ser hombre es tan sólo una posibilidad. No se emplea la palabra "yo", sino que se emplea el "se". "Se" va al cine. "Se" tienen opiniones políticas. Y el hombre se identifica con su función social. "Se" es ingeniero, etc (...) Para Heidegger, el hombre tiene que llegar a ser verdaderamente hombre. A la luz de esta concepción, ya veis que hay muy pocas personas que tengan una vida humana. Nuestra relación con las cosas es sobre todo una relación utilitaria y dominada por lo que Heidegger llama en alemán "Sorge" (la preocupación constante del hombre por la conservación de la vida).

WITOLD GOMBROWICZ, Curso de filosofía en seis horas y cuarto. Ed. Tusquets, 1997.

jueves, julio 27, 2006

ANIMAL ENFERMO

...el hombre está más enfermo, más incierto, es más variable, más inconsecuente que ningún otro animal; de esto no hay duda: es el animal enfermo "por excelencia"; ¿de dónde procede esto?. Seguramente se ha atrevido a más, ha innovado más, ha desafiado y provocado más al destino que todos los demás animales juntos: él, el gran experimentador que experimenta en sí mismo, el insatisfecho, el insaciable, que lucha por el poder supremo con el animal, con la Naturaleza y con los dioses; él, el indomado todavía, el ser del eterno futuro que no encuentra ya reposo ante su fuerza, aguijoneado sin cesar por la espuela ardiente que el porvenir hunde en la carne del presente; él, el animal más valeroso, de sangre más rica ¿cómo no había de estar expuesto a las más largas enfermedades, a las enfermedades más terribles de todas las que afligen al animal?... Bastante a menudo, el hombre está harto; hay epidemias de ese estar harto (...) pero, hasta ese asco, ese cansancio, ese disgusto de sí mismo, todo se desborda en él tan poderosamente que, enseguida, se convierte en una nueva atadura. Su no, dicho a la vida, trae a la luz, como por arte de magia, una multitud de síes más delicados; sí, aún cuando se hiere, este espíritu destructor de sí mismo, la misma herida es lo que le obliga a vivir...

FRIEDRICH NIETZSCHE, Genealogía de la moral. Ed. Porrúa, 1987.

miércoles, julio 26, 2006

OCIO O ABURRIMIENTO

Se suele afirmar que la ociosidad es la madre de todos los vicios. Para evitar este mal se recomienda con insistencia el trabajo. No obstante, si examinamos más de cerca tanto el temido peligro como el medio recomendado, veremos con facilidad que la afirmación anterior, tomada en bloque, es de lo más plebeya que pueda imaginarse. La ociosidad en cuanto tal no es en absoluto la raíz de todos los vicios, sino que más bien significa, si no hay aburrimiento por medio, un modo de auténtica vida divina. Es verdad que el ocio puede dar ocasión a que se pierda toda la fortuna que se tiene u otras cosas por el estilo, pero el que es de naturaleza noble no teme nada de eso, sino que solamente le da miedo el aburrimiento. Los dioses del Olimpo no se aburrían, al revés, vivían dichosos en una ociosidad feliz. Una belleza femenina que no cose, ni hila, ni teje, ni se dedica a la lectura o a la música, también es feliz en la plena ociosidad, puesto que no se aburre. La ociosidad, pues, dista mucho de ser la raíz de todos los males, tantísimo que la podemos llamar el auténtico bien. La raíz de todos los males es el aburrimiento, que es contra el que debemos combatir con todos los medios a nuestro alcance, manteniéndolo todo lo lejos que sea posible. La ociosidad no es el mal. Por eso, cualquier hombre que no tenga sentido para el ocio, demuestra bien a las claras que no se ha incorporado todavía a lo propiamente humano (...) Hay mucha gente que posee el don extraordinario de convertirlo todo en negocio y cuya vida entera es negocio. Y así, con el mismo celo mercantil que ponen en su trabajo de oficina, se enamoran y se casan, oyen un chiste y admiran una obra de arte. Es muy verdadero el adagio latino que dice: otium est pulvinar diaboli (la ociosidad es la almohada del diablo), pero el diablo no tendrá tiempo de reposar su cabeza en esta almohada mientras la gente no se aburra. La antítesis ociosidad-trabajo será correcta siempre que se suponga que el destino del hombre es trabajar. Ahora bien, como yo supongo que el destino del hombre es divertirse, puedo concluir con toda lógica que mi antítesis no es menos correcta que la anterior.

SOREN KIERKEGAARD, Estudios estéticos II. Ed. Guadarrama, 1969.

martes, julio 25, 2006

DIÓGENES

La aparición de Diógenes coincide con la época de la decadencia de la comunidad urbana ateniense, que señala la víspera del dominio macedónico con el que empieza la transición al helenismo. El antiguo ethos patriótico y de pequeño espacio de la polis está a punto de caer en disolución, una disolución que afloja las ataduras que mantienen atado al individuo a su carácter de ciudadano. Lo que antaño fue el único lugar pensable de una vida llena de sentido, ahora muestra su envés. La ciudad se convierte en crisol de morales absurdas, en un mecanismo político hueco cuyo funcionamiento se puede ahora penetrar de una vez como desde fuera. Quien no sea ciego debe reconocer que se ha introducido un nuevo ethos, una nueva antropología: ya no se es un ciudadano estrecho de miras de una comunidad urbana casual, sino que uno tiene que concebirse como un individuo en un cosmos ampliado (...) Se dice de Diógenes: "Preguntado por su patria, contestó: "Soy un ciudadano del mundo" (Diógenes Laercio, VI, 63).Esta grandiosa acuñación lingüística contiene la más atrevida respuesta de la Antigüedad a su más inquietante experiencia: la razón se hace apátrida en el mundo social y la idea de la auténtica vida se libera de las comunidades empíricas. Allí donde la socialización para el filósofo es equivalente a la pretensión de contentarse con la razón parcial de su cultura casual, de adherirse a la irracionalidad colectiva de su sociedad, allí la negación quínica tiene un sentido utópico (...) De esta manera, el quínico sacrifica su identidad social y renuncia al confort psíquico de la pertenencia incuestionada a un grupo político, para salvar de esta manera su identidad existencial y cósmica. Él defiende de una manera individualista lo general frente a lo peculiar colectivo que, en el mejor de los casos, es sólo medianamente racional, una peculiaridad, que nosotros denominamos estado y sociedad. En el concepto del cosmopolita, el antiguo quinismo entrega su más valioso regalo a la cultura mundial. "El único ordenamiento estatal auténtico tiene lugar solamente en el cosmos". El sabio cosmopolita, en cuanto portador de una razón viva, podrá, por consiguiente, introducirse sin condiciones ni reservas en una sociedad cuando esta sociedad se haya convertido en una cosmópolis. Hasta entonces, su papel es innegablemente el de un perturbador; él sigue siendo el remordimiento de conciencia de toda autocomplacencia dominante y la plaga de todo estrechamiento moral.

PETER SLOTERDIJK, Crítica de la razón cínica. Ed. Taurus, 1989.

lunes, julio 24, 2006

TENSIÓN Y COMODIDAD

... sin experiencias significativas de autodesplazamiento, las diferencias sociales se refuerzan gradualmente porque el interés en el Otro se apaga. Freud aplicó al cuerpo esta verdad sociológica en Más allá del principio del placer, el breve ensayo que publicó en 1920. En él contrasta el placer corporal en plenitud y equilibrio con una experiencia corporal más centrada en la realidad y que trasciende ese placer. El placer, escribió Freud, "tiene su origen en una tensión displaciente... y su último resultado coincide con una aminoración de dicha tensión". El placer, por lo tanto, no es similar a la excitación sexual, que implica una perturbación estimuladora de los sentidos, sino que busca regresar a un estado que Freud comparó en última instancia al bienestar de un feto en el vientre, seguro e ignorante del mundo. Bajo el dominio del principio del placer, el individuo desea descomprometerse. Freud habla como un realista mundano más que como un asceta religioso porque sabe que el deseo de comodidad expresa una necesidad biológica profunda. "Para el organismo vivo, la defensa contra las excitaciones -escribe- es una función casi más importante que la recepción de las mismas". Pero si predomina la protección, si el cuerpo no está abierto a crisis periódicas, el organismo acaba enfermando por falta de estímulo. El impulso moderno de buscar la comodidad, afirma Freud, es extremadamente peligroso para los seres humanos. Por lo tanto, las dificultades que intentamos evitar no desaparecen. ¿Qué puede vencer el impulso de retirarse a una situación placentera? En Más allá del principio del placer, Freud contempló dos vías. En la primera, a la que denominó el "principio de realidad", una persona se enfrenta a dificultades físicas o emocionales meramente con su fuerza de voluntad. Bajo el influjo del principio de la realidad, una persona resuelve conocer el "desplacer". Ese "desplacer" exige valor en la vida cotidiana. Pero Freud es también realista porque sabe que el principio de realidad no es una fuerza muy poderosa y que el valor es raro. La otra derrota del placer es más segura y más duradera. En el curso de la experiencia de una persona, escribe, "algunos instintos o parte de ellos demuestran ser incompatibles, por sus fines y aspiraciones, con los demás". El cuerpo se siente en estado de guerra consigo mismo, se excita, pero las incompatibilidades del deseo son demasiado grandes para ser resueltas o ignoradas. Ésa es la tarea de la civilización (...)

RICHARD SENNETT, Carne y piedra. Ed. Alianza, 1997.

jueves, julio 20, 2006

SENTIDO HISTÓRICO

He hablado del presente. Digo que nos pesa, que nos abruma nuestro sentido histórico. No podemos estudiar un texto antiguo como lo hicieron los hombres de la Edad Media, el Renacimiento o incluso el siglo XVIII. Hoy nos preocupan las circunstancias; queremos saber exactamente lo que Homero pretendía decir cuando escribió aquello del "mar color de vino" (si "mar color de vino" es la traducción correcta, cosa que no sé). Pero, si nuestra mentalidad es histórica, creo que quizá podamos imaginar que llegará un día en el que los hombres ya no tengan tan presente la historia como nosotros. Llegará un día en el que a los hombres les importen poco los accidentes y las circunstancias de la belleza; les importará la belleza misma. Puede que ni siquiera les interesen los nombres ni las biografías de los poetas. Será para bien, si pensamos que existen naciones enteras que piensan de esta manera. Por ejemplo, no creo que en la India la gente tenga sentido histórico. Una de las dificultades de los europeos que escriben o han escrito historias de la filosofía india es que los hindúes consideran contemporánea toda la filosofía. Es decir, les interesan los problemas mismos, no los hechos biográficos o históricos, los datos cronológicos. Que fulano fuera maestro de mengano, que lo precediera, que escribiera bajo tal influencia, todas esas cosas son naderías para ellos. Les preocupa el enigma del universo.

JORGE L. BORGES, Arte poética. Ed. Crítica, 2001.

miércoles, julio 19, 2006

BELLEZA Y ANIMALIDAD

La imagen de la mujer deseable, la primera en aparecer, sería insulsa -no provocaría el deseo- si no anunciase, o no revelase, al mismo tiempo, un aspecto animal secreto, más gravemente sugestivo. La belleza de la mujer deseable anuncia sus vergüenzas; justamente, sus partes pilosas, sus partes animales. El instinto inscribe en nosotros el deseo de esas partes. Pero, más allá del instinto sexual, el deseo erótico responde a otros componentes. La belleza negadora de la animalidad, que despierta el deseo, lleva, en la exasperación del deseo, a la exaltación de las partes animales.

GEORGES BATAILLE, El erotismo. Ed. Tusquets, 2002.

MÁXIMA 3

Cuando hagas alguna cosa, convencido que estés de que tu deber es hacerla, no busques medios de evitar que vean que la haces, por desfavorable que pueda ser el juicio que de ti y de tu acción forme el público. Si la acción es mala no tienes más que no hacerla; pero si es buena ¿por qué has de temer a los que sin razón te condenen?

EPICTETO, Máximas. Ed. Sarpe, sin fecha.

domingo, julio 16, 2006

ALBAN BERG

Durante los once años que lo conocí siempre sentí de manera más o menos clara que, en tanto que persona empírica, nunca estaba del todo presente, nunca jugaba del todo el juego; esto se veía muy bien cuando caía en momentos de ausencia, fielmente reproducidos en la vacía expresión de sus ojos. No era idéntico consigo mismo, tal y como predica el ideal intocable del existencialismo, sino que poseía una inatacabilidad propia, incluso algo de una falta de participación, de una actitud de espectador, del tipo que Kierkegaard despreció en lo estético sólo por puritanismo. Hasta la pasión, mientras se entregaba a ella, podía ser una materia para la obra de arte; seguramente Wagner, abandonando mujer y amante y escapando a Venecia para escribir allí el tercer acto de Tristán, se comportaba de manera muy parecida; algo análogo han constatado Thomas Mann, Gide, Proust. El existir empírico de Berg estaba sometido a la primacía de la producción; él mismo se afinaba en tanto que instrumento propio, y la sabiduría de la vida que había adquirido sólo pretendía crear las condiciones necesarias para llevar su obra más allá de las flaquezas físicas y las resistencias psicológicas. Sabía tan cercana la muerte que tomaba la vida como algo provisional y sólo se entregaba a lo que podía perdurar, pero sin dureza ni egoísmo. En Berlín salvó un día a un hombre a punto de ser aplastado por el metro poniendo en peligro su vida. De manera elemental estaba siempre dispuesto a regalar todo lo que tenía, también lo más precioso: su tiempo (...) No se agarraba a su vida con uñas y dientes (...) Si es verdad que los intelectuales no deben ser padres, entonces Berg era el menos paternal de todos; su autoridad estaba completamente desprovista de una esencia autoritaria. Berg consiguió no volverse adulto sin permanecer infantil.

THEODOR ADORNO, Alban Berg. Ed. Alianza, 1990.