Puede pensarse sin demasiado esfuerzo en 1966 como en el más grande e irrepetible anno mirabilis del rock'n'pop. En 1966 fueron editados Face to Face de The Kinks, Pet Sounds de The Beach Boys, Fifth Dimension de The Byrds, Love de Love, Aftermath de the Rolling Stones y la sombra luminosa y larga del Blonde on Blonde de Bob Dylan. Y el Revolver de The Beatles. Y -mientras "A Day in the Life" sigue y seguirá por siempre manteniéndose justiciera e inconmoviblemente en el primer puesto de las encuestas acerca de cuál es la mejor canción en todo el catálogo beatle- Revolver recién comenzó a ser reconsiderado y ascendido como el mejor de sus álbumes -y el mejor de todos los álbumes de cualquier otra banda o cantautor- a partir de los '90, haciendo retroceder al hasta entonces invulnerable Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Y la promoción no es un capricho o un gesto snob: Revolver es más compacto y equilibrado y, sí, revolucionario (...) en Revolver ocurren y cambian muchas cosas: el sonido se sofistica, la portada ya no se resigna a la simple foto de la banda. George Harrison prueba ser un compositor a la altura de sus pares. Ringo Starr canta una de las mejores canciones infantiles de todos los tiempos, y las preocupaciones y temática dejan de pasar exclusivamente por el amor (o la falta de) y cierta joven nostalgia y se agregan el tema del dinero, las drogas, la muerte y las incertidumbres del futuro (...) El biógrafo Bob Spitz dice en su reciente The Beatles: "Ya no tenía sentido mantener la pose de graciosos ídolos adolescentes, ahora habían evolucionado hacia el tipo de hombres y músicos capaces de producir un documento tan asombroso como Revolver. Como individuos, John, Paul, George y Ringo estaban creciendo; como Beatles, comenzaban a separarse entre ellos.".
RODRIGO FRESÁN, Bang. Suplemento Radar (6-8-2006)