Heidegger dice que la esencia del hombre es su existencia, que el hombre no es una cosa definida. No hay modelos de hombre -como por ejemplo en la filosofía católica-, sino que el hombre es una existencia que está haciéndose. Diferencia sutil, pero profunda. No podemos decir de alguien que es un hombre; solamente podemos decir que llega a ser hombre, que se realiza como existencia humana. A causa de esto, Sartre atribuye al hombre una libertad plena para elegirse. Heidegger diferencia la existencia que llama trivial de la existencia que llama auténtica (...) Kierkegaard hizo la misma calificación, pero añadió la vida religiosa. Ahora bien, para Heidegger, al igual que para Sartre o Marx, la religión es una invención de los hombres hecha para evitar la confrontación con la verdadera condición humana. Y la vida cotidiana no es entera ni necesariamente trivial. El hombre puede existir en las dos dimensiones de lo trivial y lo auténtico. El hombre, dice Heidegger, debe hacerse. Como no es una cosa, ¡pues bien!, tiene que hacerse "hombre". La vida trivial es simplemente una huida ante uno mismo. Para olvidarse y para perderse. Llegar a ser hombre es tan sólo una posibilidad. No se emplea la palabra "yo", sino que se emplea el "se". "Se" va al cine. "Se" tienen opiniones políticas. Y el hombre se identifica con su función social. "Se" es ingeniero, etc (...) Para Heidegger, el hombre tiene que llegar a ser verdaderamente hombre. A la luz de esta concepción, ya veis que hay muy pocas personas que tengan una vida humana. Nuestra relación con las cosas es sobre todo una relación utilitaria y dominada por lo que Heidegger llama en alemán "Sorge" (la preocupación constante del hombre por la conservación de la vida).
WITOLD GOMBROWICZ, Curso de filosofía en seis horas y cuarto. Ed. Tusquets, 1997.