miércoles, julio 05, 2006

SARTRE

En él se dan cita dos modelos totalmente diferentes de intelectual en una misma y única persona. Por un lado, el filósofo, el niño superdotado, el maníaco de la escritura múltiple que disfruta de su constante embriaguez productiva y de la adoración casi feudal que el público rinde a su talento; por otro, el profeta que denuncia la injusticia, el moralista, el altruista que acusa a los poderosos, que hace suya la causa de un pueblo imaginario. Si así se desea, en este punto puede verse de modo palmario la oposición clásica entre Atenas y Jerusalén. Sartre, el tribuno, el emancipador, el hombre rebelde forma parte naturalmente de una tradición judía en la que el intelectual, al contrario de la filosofía griega, no es el segundo hombre del poder, sino el que se opone a los poderes fácticos: el profeta que anticipa la caída de Roma e invoca el futuro advenimiento de la teocracia; en el caso de Sartre, como es obvio, una teocracia del sujeto sin Dios. Desde el punto de vista tipológico, este Sartre es un intelectual mesiánico o protestante que apela a la subjetividad de unas masas que todavía no la han alcanzado del todo. Es entonces cuando él representa el papel del esclavo sufriente de Dios, lleva su carga a la espalda, viaja por todo el mundo, agita sus manos ensangrentadas, redacta prólogos, es más, hasta escribe peor cuando sirve a la causa del pueblo. Ahora bien, no hay que dejarse deslumbrar por esta imagen del intelectual comprometido. Pues si Sartre se compromete, es únicamente porque él ya previamente se ha liberado de los compromisos; si él se echa una carga a sus espaldas, es porque está seguro de sobrevolarla. En pocas palabras, existe siempre a la vez y con anterioridad el Sartre griego, el Sartre afrancesado, el genio desatado. Es en esta posición donde él representa al dios personificado de las palabras, alguien que a lo largo de toda su vida no tuvo ni por un segundo razones para dudar de su condición de elegido (...) el ángel glacial de la literatura, un maestro irrefutable. En su función griega, como filósofo, Sartre encarnó la integración del intelectual en los poderes positivos del mundo con sus proyectos, reformas, revoluciones...

PETER SLOTERDIJK, Experimentos con uno mismo. Ed. Pre-Textos, 2003.