miércoles, junio 28, 2006

INVERSIONES

En cualquier especie que se reproduce sexualmente y en la que las hembras hacen una gran inversión de tiempo y energía en el porvenir de sus descendientes, los machos inevitablemente compiten por la oportunidad de fertilizar hembras y, por ello, obtener ganancias (en aptitud) de aquellos esfuerzos maternales. A causa del fenómeno de gestación interna, placentación y lactancia, la rivalidad sexual masculina es endémica en las casi 4000 mil especies de mamíferos, incluidos nosotros. En la mayoría de las especies de mamíferos, los machos no hacen una contribución conspicua al beneficio o desarrollo de sus descendientes una vez hecha la concepción. Si los esfuerzos reproductivos de las hembras están básicamente concentrados en la crianza de su prole, los machos ponen el esfuerzo reproductivo en la competencia por aparearse, en la competencia por el status y por el cortejo (¡ni hablar del acoso!) de las hembras. Sin embargo, en una sustancial minoría de mamíferos -diseminados a través de varios órdenes, desde roedores hasta primates-, las hembras y los machos cooperan en el cuidado parental. El Homo sapiens es una de estas especies. Los padres mamíferos que están dispuestos a hacer contribuciones paternales enfrentan un problema que las madres se han ahorrado, un problema tan serio que explica por qué los padres mamíferos optan por mantenerse por completo al margen de la inversión paternal. Ese problema es la incertidumbre sobre la paternidad (...) El hecho de la inversión paternal tiene una influencia complicada sobre la rivalidad sexual masculina. Por un lado, aquellos mamíferos en los cuales los machos juegan un rol parental mayor -por ejemplo, los lobos, marmotas y castores- tienden generalmente a formar parejas monógamas. Cuando existe un sistema de apareamiento altamente polígamo, la varianza en la aptitud masculina no es extrema, y se aproxima a la de las hembras; por ende, la intensidad de la competencia cara a cara por el apareamiento es reducida (...) El cuidado biparental de la prole a menudo amengua el conflicto entre machos y elige tácticas competitivas menos peligrosas.

MARTIN DALY-MARGO WILSON, Homicidio. Ed. F.C.E, 2003.