martes, junio 27, 2006

MATERNIDAD/MODERNIDAD

Una de las características esenciales de la sociotécnica es la reproducción de las producciones maternales en un medio no materno. La Modernidad consiste en que nosotros sustituimos la maternidad, en el sentido amplio de la expresión, por procedimientos técnicos. Éste es el sentido del movimiento matrifugal sobre la base de lo artificial. Se reemplaza a la madre, la biomecenas, por un sistema de mecenazgo de tipo artificial. Para comprender esto, ha de recordarse que los hombres son seres que dirigen sus exigencias a un medio ambiente orientado al mimo, un mecenazgo biológico que gracias a los otros y a una estructura de inmunidad es capaz de brindar rendimientos tanto biológicos como sociales. Estamos constituidos de tal manera que, en realidad, sólo podemos desarrollarnos en un sistema de mimos, pese a que no deja de ser una evidencia fundamental el hecho de que estos medios de mimo son un bien escaso. También la maternidad es un recurso escaso, al estar amenazada una y otra vez por el agotamiento, la impaciencia o las experiencias de carencia. Ella se mueve, también donde parece representar la misma plenitud, al borde de un abismo. Uno de los hechos más silenciados de las culturas es que casi todos los asesinatos de niños son cometidos por las madres. Esto explicaría por qué existe ese interés, de hondo calado antropológico, por reemplazar los mecenazgos primarios por los mecenazgos secundarios: madres por madres sustitutas, personas por dioses, máquinas y sistemas de solidaridad. Esto se puede comprender mejor si introducimos una hipótesis radical de carácter filosófico-religioso. Las culturas superiores gravitan sobre un agujero negro psicológico: el niño no bienvenido, descuidado, despreciado que sobrevive. Él es el destinatario real de la religión redentora y de su rebrote moderno: las filosofías de reconciliación y redención junto con su terapéutica correspondiente (...) El Dios de las religiones de redención fue el primer mecenas secundario (...) La Modernidad empieza con el conocimiento de que hasta a Dios se le puede reemplazar.

PETER SLOTERDIJK, El sol y la muerte. Ed. Siruela, 2004.