martes, agosto 15, 2006

BERTOLT BRECHT

"¡Ser bueno! Sí, ¿quién no lo querría? Donar las posesiones a los pobres, ¿por qué no? Cuando todos son buenos Su reino no está lejos. ¿Quién no se sentaría con placer bajo Su luz?" (La ópera de tres peniques)
El leimotiv era la feroz tentación de ser bueno en un mundo y bajo circunstancias que hacen de la bondad algo imposible y contraproducente. El dramático conflicto en las obras de Brecht es casi siempre el mismo: aquellos que, obligados por la compasión, intentan cambiar el mundo no pueden permitirse ser buenos. Brecht descubrió por instinto aquello que los historiadores de la revolución no pudieron ver: es decir, que los revolucionarios modernos desde Robespierre hasta Lenin estaban impulsados por la pasión de la compasión: le zèle compatissant de Robespierre, que seguía siendo lo suficientemente inocente como para admitir abiertamente esta poderosa atracción hacia "les hommes faibles" y "les maheureux". "Los clásicos", Marx, Engels y Lenin, en el lenguaje codificado de Brecht, "eran los hombres más compasivos de todos" y aquello que los distinguía de la "gente ignorante" era que ellos sabían cómo "transformar" la emoción de la compasión en la emoción de la ira. Sabían que "la piedad es lo que no se les niega a aquellos a quienes se les rechaza ayuda". De aquí que Brecht se convenciera, casi sin darse cuenta, de la sabiduría del precepto de Maquiavelo para los príncipes y los hombres de Estado, que deben aprender "cómo no ser buenos" y comparte con Maquiavelo la sofisticada y al parecer ambigua actitud con respecto a la bondad que ha estado abierta a tantos malentendidos, tanto en su caso como en el de su predecesor (...) Apenas se había unido a los comunistas cuando descubrió que para cambiar el mundo malo y convertirlo en uno bueno no bastaba con "no ser bueno" sino que había que convertirse en malo, y que para poder exterminar la maldad había que estar dispuesto a hacer cualquier cosa vil. Pues: "¿Quién eres? Húndete en la mugre, soborna al carnicero, pero cambia el mundo, el mundo necesita un cambio."

HANNA ARENDT, Hombres en tiempos de oscuridad. Ed. Gedisa, 1990.