Sólo a medias vive en este mundo el lector -con la otra mitad de sí vive en otro mundo, en un mundo diferente e incluso mejor. Hay personas que han pasado su vida entera en ese estado, y no es raro que las encontremos con un libro en la mano cuando llega la muerte a sorprenderlas. Es un buen tránsito.
"Los cuentos y las poesías" se mueven en un orden superior de aconteceres. La realidad atraviesa diversos grados, semejante en eso a la materia, que puede aparecer como sólida, como líquida, como gaseosa y que puede asimismo tornarse invisible.
La poesía lleva a un mundo de mayor libertad, donde también queda vencido lo imposible. El placer y el dolor son sentidos en una dimensión diferente; también el lector tiene su Olimpo. El lector es un ser que necesita de ocio igual que necesita de aire para respirar; vive alejado de los negocios -procul negotiis. Si no encuentra ocio, se lo tomará -en cualquier circunstancia. Cuando los padres notan que en su hijo pequeño hay un lector digno de ese nombre esconden los libros, apagan las luces. No puede pasarles desapercibido que la participación del niño en la vida diaria va disminuyendo, que su laboriosidad, su atención e incluso su conducta marchan de mal en peor.
A la vez crece el impulso instintivo que lleva a emprender tanto excursiones ideales como excursiones fantásticas. Ese impulso echa raíces en la vida cotidiana; pone en peligro el mundo real. La chambre double se amuebla con los objetos pertinentes. El poema establece marcas que no son alcanzadas en la vida. En diversos niveles amenaza el destino de Hamlet.
ERNST JÜNGER, La tijera. Ed. Tusquets, 1997.