martes, abril 11, 2006

FAMILIARIDAD Y CONFIANZA

El sentido y el mundo están, en general, reunidos anónimamente. Se presupone y coexperimenta a cualquier persona partiendo de la misma entidad formal, vacía, de otro ego, como otro yo, impersonal. Consecuentemente no hay diferenciación en la operación de constituir el sentido y el mundo, que reúne a todos en un consenso difuso. Hasta este punto no surge una necesidad específica de la confianza en el semejante (...) El medio de comunicación que corresponde a esta actividad constitutiva anónima es la verdad, mientras que los modos correspondientes de relación son la familiaridad y el carácter evidente por sí mismo (dado por sentado) de lo que existe (...) La entidad familiar genuina no hace de sí misma un recordatorio para cualquier pregunta acerca de quién experimenta y del tema de la construcción del sentido. El ser mismo se le aparece como tema también. El proceso constitutivo se oculta de esta manera a la vista. No surge, por lo tanto, la necesidad de buscar con afán las preguntas de quién y quién no (...) Ya que la constitución del sentido y el mundo es consistentemente anónima y latente, la gama completa de las posibilidades experienciales que permite -la extrema complejidad del mundo- se excluirá de la conciencia. Lo cual significa que el mundo familiar es relativamente simple y también que esta simplicidad está garantizada bajo límites muy estrechos. Sin embargo, la complejidad de sus posibilidades inherentes sí se hace sentir, en especial como un quiebre, un cisma entre lo familiar y lo no familiar, lo extraño, lo sobrenatural, algo que tiene que ser combatido o tratado como misterioso. Tan pronto como otra persona figura en la conciencia no simplemente como un objeto en el mundo sino como el alter ego, como la libertad para ver las cosas diferentemente y comportarse diferentemente, el tradicional carácter dado por hecho del mundo está trastornado y su complejidad se manifiesta en una dimensión bastante nueva, ya que por ahora no hay formas apropiadas por medio de las cuales se puede captar o absorber.
En este sentido la familiaridad hace posible abrigar expectativas relativamente confiables y como consecuencia también, contener los elementos restantes del riesgo (...) La familiaridad es la precondición para la confianza como también para la desconfianza, es decir, para todo tipo de compromiso con una actitud determinada hacia el futuro. Perspectivas peligrosas como también propicias requieren una cierta familiaridad, un carácter típico construido socialmente, de modo que haga posible acomodarse uno mismo al futuro en una forma confiada o desconfiada (...) En los mundos familiares, el pasado prevalece sobre el presente y el futuro. El pasado no tiene otras posibilidades; éste es siempre complejidad ya reducida. Por lo tanto una orientación a lo pasado puede simplificar el mundo y volverlo inocente (...) La humanidad no puede confiar su propia experiencia vivida, al pasado. Los elementos esenciales de la experiencia deben representarse en la historia, ya que la historia es la forma más importante de reducir la complejidad. Por este medio, la dimensión temporal con respecto a lo que es pasado, resuelve un problema que pertenece estrictamente hablando a la dimensión social: la exclusión de la acción inesperada. La naturaleza socialmente contingente del mundo es con ello oscurecida, de modo que en el mundo familiar la construcción social inevitable del sentido permanece anónima.
Comparado con esto la confianza se orienta al futuro. Por supuesto que la confianza solamente es posible en un mundo familiar; necesita a la historia como trasfondo confiable. No se puede dar confianza sin esta base esencial y sin todas las experiencias previas. Pero aparte de ser sólo una inferencia del pasado, la confianza va más allá de la información que recibe del pasado y se arriesga definiendo el futuro. La complejidad del mundo futuro se reduce por medio del acto de la confianza. Al confiar, uno se compromete con la acción como si hubiera sólo ciertas posibilidades en el futuro. El actor une su futuro en el presente con su presente en el futuro. De esta manera ofrece a otras personas un futuro determinado, un futuro común, que no emerge directamente del pasado que ellas tienen en común, sino que contiene algo relativamente nuevo.

NIKLAS LUHMANN, Confianza. Ed. Anthropos, 1996.