"Me llamaron para participar en la misión de la bomba (...) Me dijeron que iba a destruir toda una ciudad con una sola bomba. Era algo para pensarlo (...) En mi organización trabajaba un asesino, tres hombres culpables de homicidio sin premeditación y varios criminales; todos ellos habían escapado de prisión. El asesino estaba condenado a cadena perpetua; los tres hombres culpables de homicidio cumplían condenas que oscilaban entre los diez y quince años, y los otros delincuentes, entre tres y cinco. Después de haber escapado, se alistaron con nombres falsos. Todos eran técnicos habilísimos, sobre todo verdaderos artesanos en la fabricación de herramientas y matrices. Eran hombres formidables en sus respectivas profesiones; sí, realmente formidables, y los necesitábamos. Les dijimos que si no causaban molestias, tampoco las tendrían por nuestra parte. Cuando todo acabó, les llamamos uno por uno, les entregamos sus antecedentes penales y una caja de fósforos. Acto seguido, les dijimos: "Podéis quemarlos." Ya ven, no me hallaba al frente de un departamento de policía. La verdad es que dirigía un equipo único en el mundo." General de brigada retirado Paul Tibbets, de las Fuerzas Aéreas de EE.UU, comandante de vuelo del Enola Gay, el bombardero B-29 empleado en la misión de lanzar la primera bomba atómica sobre Hiroshima.
GORDON THOMAS, Enola Gay. Ediciones B, 2005.
Dedicado a mi amigo Juan Carlos Yonamine, que me habló de Japón, su padre y la guerra.