jueves, mayo 04, 2006

ARLT Y BORGES

Conquistándose contra la muerte y la locura de su tiempo, Arlt y Borges han de señalarnos la radicalidad en la invención como nuestro modo presente de conquistarnos. Hay que extraer todas las enseñanzas posibles del divismo del sufrimiento del primero, del hedonismo estético de exacta observancia del segundo. La literatura argentina se halla incluida entre estos dos términos. Y como la densidad revela la invención, es necesario que la radicalización en la densidad contenga asimismo la apelación más clara y precisa a los límites vividos y soñados por el lector, pues, hay densidad si el lector colabora. En esto también aprendemos de Arlt y Borges: fuera de ellos, jamás ningún otro escritor argentino ha creado en medida tan extrema la actividad del lector en la literatura.
Por lo que concierne a Roberto Arlt, la radicalidad debe orientarse hacia la invención del hombre, de sus fines y de sus valores, de sus tareas y de sus métodos. Los dos principios del humanismo de nuestra época: "el hombre es el porvenir del hombre" y "todo hombre es todo el hombre" mantienen aún su entera fuerza y sirven de guía. El primero nos instruye que el hombre está todavía por hacerse. El segundo, que el "pobre infeliz incalificable", la "bestia sanguinaria" o el "criminal genocida" soy yo; es usted, lector; es también Roberto Arlt. Es aquí donde éste nos ha dejado un muestrario excelente de los dolores y monstruosidades que apestan a la humanidad en su forma social contemporánea; no es imposible, es más bien conveniente engrosar y profundizar la colección. Los escépticos que se encogen de hombros ante el humanismo, y posan de "maduros avisados", consienten por lo general el primer principio -poco les cuesta aceptar, ya que no crear, un acontecimiento asignado a un porvenir que probablemente jamás verán-, pero no el segundo. Y es porque tienen el gusto de la distinción: yo soy yo y el otro es el otro, yo en mi sitio y el inculto en el suyo. En efecto, para estos misántropos la cultura es apenas una delgada película que separa al hombre de la bestia; ellos son los cultos y así alucinan que reprimen a "la fiera carnicera que alienta en el interior en cada uno". Por prejuicio y mala fe no quieren -y a veces ya no pueden- ver que es justo la cultura conservada y puesta a la defensiva la que convierte al hombre en bestia y reclama necesariamente formas contemporáneas de embrutecer a los hombres. Nuestro literato humanista Roberto Arlt, que alabó en una aguafuerte la fórmula hobbesiana homo homini lupus, tenía razón.La radicalización consiste aquí en dilucidar que "lobo" es la forma histórica que toma el hombre del presente en la relación con su prójimo (...) Por esto lo leemos y debemos leerlo: para saber quiénes somos, y para saber por qué no podemos saber quiénes somos, para conocer incluso nuestra voluntad de ignorarnos.

CARLOS CORREAS, Arlt literato. Ed. Atuel, 1996.