martes, mayo 09, 2006

HOMBRE EN PELIGRO

Habría que preguntarse porqué la palabra "locura", incluso en Foucault, ha conservado un potencial de enigma tan considerable. Al menos en dos ocasiones Foucault se reprochará el haberse dejado seducir por la idea de que hay una profundidad de la locura, de que ésta constituiría una experiencia fundamental que se sitúa fuera de la historia y de la que los poetas (los artistas) han sido y pueden ser todavía los testigos, las víctimas o los héroes. Si esto fue un error, le ha sido beneficioso, en la medida en que, gracias a él (y a Nietzsche), tomó conciencia de su poca afición a la noción de profundidad, del mismo modo que perseguirá, en los discursos, los sentidos ocultos, los secretos fascinantes, es decir los dobles y triples fondos del sentido, de los que es cierto que no se puede llegar hasta el final más que descalificando el sentido mismo, así como, en las palabras, el significado, e incluso el significante.
Llegados a este punto, diré que Foucault, que en una ocasión se proclamó provocativamente un "optimista feliz", fue un hombre en peligro y que, sin hacer alarde de ello, tuvo una percepción aguda de los peligros a los que estamos expuestos, esforzándose por distinguir entre los más amenazadores y aquellos con los que podemos contemporizar. De ahí la importancia que tuvo para él la noción de estrategia, y de ahí que terminara especulando con el pensamiento de modo que hubiera podido, si el azar lo hubiera decidido así, convertirse en un hombre de Estado (un consejero político), lo mismo que en un escritor -término éste que él siempre rechazó con más o menos vehemencia y sinceridad- o en un filósofo puro, o en un trabajador sin cualificación, es decir, en un cualquiera.
En cualquier caso, un hombre de acción, solitario, secreto y que, precisamente por eso, desconfía del prestigio de la interioridad, se defiende de las trampas de la subjetividad, buscando dónde y cómo es posible un discurso de superficie, espejeante, pero sin espejismos, un discurso que no es ajeno, como se ha pretendido, a la búsqueda de la verdad, pero que pone de manifiesto (entre otras muchas cosas) los peligros de esta búsqueda y sus ambiguas relaciones con los distintos dispositivos del poder.

MAURICE BLANCHOT, Michel Foucault tal como yo lo imagino. Ed. Pre-Textos, 1988.