miércoles, mayo 10, 2006

PROMETEO

¿Cómo distribuir los lugares entre los dioses y los hombres? En este caso la violencia brutal es inconcebible. Los humanos son demasiado débiles, basta un leve golpe para aniquilarlos. Tampoco puede haber acuerdo entre inmortales y mortales como si fueran pares. Por consiguiente, se impone una solución que no sea producto de un exceso de fuerza ni de un acuerdo entre iguales. Para realizar esta operación, necesariamente espuria y arbitraria, Zeus recurre a un personaje llamado Prometeo. La separación de dioses y hombres, la solución de la competencia entre ellos, se realizará de manera por demás extravagante, y Prometeo es el personaje más adecuado para llevarla a cabo. ¿Por qué? En el mundo de los dioses, él ocupa un lugar ambiguo, indefinido, paradójico. Se dice que es un Titán. En realidad es hijo de Jápeto, hermano de Cronos. Por consiguiente, su padre es un Titán. Prometeo no lo es, pero tampoco es un Olímpico, por cuanto no pertenece a su estirpe. Su naturaleza es titánica, como la de su hermano Atlas, que también será castigado por Zeus. Prometeo es un espíritu rebelde, astuto e indisciplinado, siempre dispuesto a criticar. ¿Por qué Zeus recurre a él para resolver este asunto? Porque este Titán que no lo es del todo no combatió con los Titanes contra Zeus. Adoptó una posición neutral, no participó del combate. Algunas leyendas dicen que Prometeo ayudó a Zeus, quien sin los consejos de este bribón astuto jamás hubiera triunfado. En este sentido es un aliado de Zeus. Aliado, pero no partidario: no pertenece al bando de Zeus sino que actúa de manera autónoma, por su cuenta. Zeus y Prometeo comparten muchos rasgos en el plano de la inteligencia y el espíritu. Ambos se caracterizan por un espíritu sutil y perverso, por esa cualidad que Atenea encarnará entre los dioses y Ulises entre los hombres: la astucia. El astuto sale adelante en situaciones que parecen completamente desesperadas, encuentra una salida donde todo está cerrado y, para lograr sus objetivos, no vacila en mentir, tender trampas al adversario, recurrir a todas las artimañas imaginables. Así son Zeus y Prometeo. Poseen esa cualidad en común. Sin embargo, la distancia entre ellos es infinita (...) En pocas palabras, se podría decir que Prometeo expresa la disidencia en el seno del universo ordenado de Zeus (...) Prometeo mantiene una relación de complicidad y connaturalidad con los hombres. Su estado es próximo al de los humanos porque éstos también son criaturas ambiguas que poseen un aspecto divino a la vez que un aspecto de animalidad. En los hombres, como en Prometeo, hay aspectos contradictorios.

JEAN-PIERRE VERNANT, Érase una vez... Ed. F.C.E, 2002.