Aunque parezca mentira, el uranio y el dólar tienen un origen común: ambos nacieron en Bohemia, en lo que actualmente es la República Checa. Y fue así: en las montañas de Erzgebirge, que marcan el límite natural entre Bohemia y Alemania, hay un lugar llamado Joachimsthal (que significa "lugar de Joachim") y donde se empezaron a explotar, desde el año 1516, minas de cobre y plata (...) en 1519 ya se acuñaban monedas con la plata de Joachimsthal. En el alto alemán (el dialecto que se hablaba en todo el sur de Alemania), tomando el nombre del lugar de procedencia, se llamó a esas monedas "monedas de sthal" o, más simplemente, "taler" (táleros). Inmediatamente, los ingleses convirtieron la palabra "taler" en "dólar" y la denominación se hizo luego corriente en las colonias inglesas de América. Ahora bien: las minas de plata producían también un montón de desechos, que se denominaban pechblenda (probablemente desechos de socavón). El químico alemán Martin Klaproth, trabajando con ese material de desecho, tratándolo con ácido y calentándolo intensamente, en 1789 obtuvo un polvo negro al que -en homenaje al recientemente descubierto planeta Urano- llamó Uranio. Y así fue como del mismo yacimiento nacieron el dólar renacentista y el uranio de la Ilustración: en 1942, grandes cantidades de dólares y de uranio se juntarían en el Proyecto Manhattan, que llevó a la fabricación de la primera bomba atómica.
LEONARDO MOLEDO, Curiosidades de la ciencia. Ed. Sudamericana, 1997.