miércoles, mayo 03, 2006

WITOLDO (1904-1969)

Finalmente, me veo obligado a definir (pues estoy viendo que si yo no lo hago nadie lo hará en mi lugar) el principal problema de nuestro tiempo, el que domina todo el pensamiento occidental. El problema no es la Historia, ni la Existencia, ni la Praxis, ni la Estructura, ni la Epistemología, ni el Cogito, ni la Psique, ni cualquiera de los muchos problemas que han invadido el campo de nuestra visión. El problema principal es: CUANTO MÁS INTELIGENTE SE ES, MÁS ESTÚPIDO. Lo recojo de nuevo aunque me haya ocupado de él en otras ocasiones. La estupidez me aqueja -cada vez más fuerte, de forma cada vez más humillante- la imbecilidad que me oprime y que me atormenta, ha aumentado enormemente desde que me he acercado a París, la ciudad más "estupidizante" de todas las ciudades. No creo ser su única víctima; me parece que ninguno de cuantos toman parte en la gigantesca marcha de la consciencia contemporánea ha podido escapar a la emboscada que la imbecilidad les tiende (...) Y no hablo aquí de un cierto contingente de estupidez que todavía no ha sido sobrepasado: la evolución traerá, antes o después, su desaparición. Me refiero más bien a la estupidez que va a la par con la inteligencia y que crece con ella. ¡Ved todos esos festines del intelecto! ¡Esos descubrimientos! ¡Esos refinamientos! ¡Esas concepciones! ¡Esas perspectivas! ¡Esas publicaciones! ¡Congresos! ¡Discusiones! ¡Institutos! ¡Universidades! ¡Qué doctos somos y, sin embargo, qué estúpidos!
¡Es escandaloso que la gente no haya encontrado aún el lenguaje para expresar su ignorancia! Eso es lo que les obliga a estar siempre expresando únicamente lo que saben, "su conocimiento del tema". Cuando se instalan en una tribuna y toman la palabra, no hay nada que hacer: deben saber, no les está permitido no saber, o saber aproximadamente, no pueden indicar, ni siquiera con un gesto o por un guiño de ojo que su sabiduría está llena de lagunas y que sólo sirve para la ocasión. En el curso de las discusiones que agitan el pensamiento occidental no oiréis jamás elevarse una voz para decir "Yo no sé muy bien... desconozco por completo... no he leído muy bien... ¿quién podría recordarlo todo?... No hay tiempo para leer... sé un poco de eso, sí, pero no mucho..." ¡Y sin embargo, sería preciso empezar por ahí! ¿Pero quién se atrevería a empezar? (...) El Pensamiento Occidental es pues, desconfiado. Cierra los ojos a lo feo (...) La forma de transmitir el pensamiento, es el mismo cortejo de palabras sobre un papel. ¡Y ese cortejo ha llegado ya hasta el sol! ¿Por qué no gritar que el sol es inalcanzable?
Las facultades de ciencias humanas se resquebrajan bajo el peso de la profunda estupidez doctoral, Delenda est Cartago. ¡Liquidemos!

WITOLD GOMBROWICZ-JEAN DUBUFFET, Correspondencia. Ed. Anagrama,1972.