martes, mayo 16, 2006

LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO

En 1947, un joven pastor árabe había seguido a un animal extraviado del rebaño hasta un empinado acantilado hacia el lado oeste del Mar Muerto. Dio con una cueva que contenía elevados recipientes de arcilla, en los que había siete rollos de pergamino en distintos grados de conservación. El mayor mostró ser una copia del libro bíblico de Isaías, que data, según se presume, de la primera o segunda centuria antes de nuestra era, algo así como un millar de años más viejo que cualquier manuscrito hebreo del Antiguo Testamento entonces conocido. A pesar de lo excitante del descubrimiento, tal rollo no fue el más importante de los documentos de ese escondite. También se halló incluido un tratado, al que sus editores norteamericanos llamaron "Manual de Disciplina": normas para el gobierno interno, doctrinas, himnos y plegarias de una secta judía conocida por la historia como los esenios. Casi todo lo que se ha transmitido sobre este grupo marginal del judaísmo ha llegado a través de los escritos de historiadores primitivos como Josefo, del siglo primero, Filón de Alejandría, y el autor de una historia natural, Plinio el Viejo, pero esta era la primera evidencia original respecto a su doctrina y disciplina de que se tenía noticias. El descubrimiento provocó gran repercusión porque los arqueólogos siempre habían sostenido que en realidad ningún manuscrito antiguo se encontraría jamás en Palestina, ya que no podrían haber soportado el prevaleciente clima húmedo de ese país (...) En 1952 se realizó un nuevo descubrimiento extraordinario, esta vez por los arqueólogos mismos. Comprendía diversos trozos de pergamino de la biblioteca de los esenios hallados en una cueva hacia el norte del monasterio, y con ellos, en las piezas, un rollo que había sido inscripto, caso único, en hojas de cobre y ribeteado en los cantos como imitación de las pieles cosidas en un rollo de pergamino normal. El cobre se había oxidado por completo en el curso de dos milenios que permaneció en la cueva, y durante tres años el frágil rollo estuvo depositado en una vitrina del Museo Rockefeller desafiando todos los intentos de abrirlo por medios normales (...) en 1955 y 56 las piezas fueron trasladadas a Inglaterra (...) Eran, en verdad, el inventario de un tesoro enterrado -lo último que esperábamos encontrar en una comunidad dedicada a la pobreza voluntaria-. Casi con seguridad el tesoro de referencia representaba la riqueza del templo judío de Jerusalén, oculto por los zelotes que habían controlado el santuario antes de que los romanos llegaran el 70 a.C y lo destruyeran por el fuego (...) En su oportunidad se me comunicó de manera formal que se había tomado la decisión de hacer conocer la noticia de la afortunada operación del corte, pero que yo no debía, por ninguna razón, revelar a la prensa nada sobre el contenido del extraño documento (...) Sin embargo, seis meses después de abrirse los rollos se dieron a conocer noticias de su contenido junto con lo que semejaba una opinión arbitraria, según la cual el inventario era una leyenda de la imaginación, inscripta por algún "fanático"; se dijo que no poseía relevancia histórica o actual y era de importancia bastante reducida (...) de nuevo se me informó que yo debía permanecer en la sombra y no agregar nada a la noticia oficial.

JOHN M. ALLEGRO, La historicidad de Jesús y los rollos del Mar muerto. Ed. Rescate, 1986.